REPORTAJE

Freno a la caza del gato

La proliferación de gatos muertos, en muchas ocasiones envenenados, ha originado una gran alarma en algunos puntos de la ciudad. Desde Progrape recuerdan que estos animales eliminan plagas de ratones, ratas y otros roedores

C on convulsiones y, en algunos casos, con restos de polvo azul en la boca. Así llegaron a la perrera de la ciudad hasta nueve gatos callejeros en el último mes. “Si se cogen a tiempo, en el 99% de los casos se salvan”, explica María del Campo, la presidenta de Progape, protectora que gestiona estas instalaciones y que atiende anualmente en torno a 80 casos de estas características. Estos animales rescatados tienen más suerte que los que hace unos días fueron envenenados en una casa abandonada de O Vinteún. “Se murieron todos menos uno”, dice Del Campo, que desconoce el número exacto de gatos intoxicados. La concejala de Benestar Social, Marga Martín, habla de 10. “Alguna vez se han producido otros casos así pero no tan grave”, reconoce.

Aunque desde Progape se calcula que “alrededor de un 80% de los envenenamientos son intencionados”, otros factores, como los pesticidas de las zonas verdes u otros productos perjudiciales para los gatos pueden ser causa de intoxicación. En la zona de O Couto, el parque Barbaña y Marcelo Macías es donde se han rescatado más gatos con estos síntomas. Del Campo, que afirma que en alguna ocasión se encontraron “latas de atún o sardinas con polvo azul, como un raticida”, recuerda que estos felinos “nos quitan de plagas de ratones, ratas y otros animales”. No obstante, y a pesar de registrarse estos casos, la ciudad es pionera en el cuidado de sus gatos callejeros.

Así, la decisión del área de Benestar Social de instalar en 2010 un total de 14 casetas por distintos puntos de la ciudad ha permitido que 600 gatos hayan sido ya esterilizados, desparasitados y vacunados. “Las colonias están perfectamente controladas”, explica Del Campo. Aunque es difícil estimar cuántos gatos viven en las calles, aquella campaña iniciada hace cinco años todavía continúa. “En esta iniciativa ha sido fundamental la labor de las voluntarias que recogen a los gatos y de tres clínicas (Puga, Abros y Centrocan) que de forma gratuita y desinteresada colaboran en la esterilización de estos animales”, subraya Marga Martín. A su juicio, la instalación de las casetas ha permitido “por un lado, que los voluntarios que llevan la comida tengan donde dejársela y, por el otro, evitamos que estos alimentos estén por las calles, lo que puede generar quejas de otros vecinos por suciedad”.

La idea de las casetas empezó por el Casco Histórico al percatarse el Concello que “tras la rehabilitación de muchos edificios, los gatos se quedaron sin sus espacios y algunos intentaban entrar a los lugares donde vivían. Se quedaron como descolocados”.

A día de hoy, y aunque la mayoría de estas casetas están ubicadas en el Casco Vello, también las hay, entre otros puntos en O Couto, Camino Caneiro, en el entorno de la antigua cárcel de Progreso y en la Plaza de San Antonio –esta última fue quemada en un acto vandálico y está pendiente de ser sustituida-.

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