deambulando

Los funerales: la reafirmación de lazos sociales en la historia

Estos lugares se han convertido en inevitables parlatorios o parlamentos grupales o particulares donde las pruebas de amistad se prodigan sin cuento, los abrazos ni te digo, y ahora los besos entre varones

Derivado del latín funus, eris, los funerales vienen practicándose desde que el homínido toma conciencia de su tránsito por la vida allá cuando descendió de los árboles y comenzó a caminar sobre las traseras patas; del homo ramidus, al australophitecus, al homo habilis, al erectus, al ergaster y a las sucesivas clases según el grado de hominización hasta acabar en sapiens y ahora en sapiens sapiens. Los enterramientos, las necrópolis dan mucha información sobre el modo de vivir de aquellos primeros humanos; ahora, aunque chocante parezca, también se investiga a partir de los basureros para conocer los hábitos alimenticios y, por ende, las formas de vivir de aquellos humanos.

Cuando de aquellos enterramientos tribales, de los que numerosas muestras en nuestros dólmenes o mámoas, se pasó a auténticos funerales que también se celebraban, con gran fasto cuando algún principal moría.

No voy a entrar en las funerarias clasificaciones si no en las ordinarias que por aquí tenemos. Uno que ha visto aquellos carrozas negras y blancas para niños, con caballos negros o blancos enjaezados, donde también chocante el tránsito de los caballos a los automóviles que fue cuando se vulgarizaron los enterramientos, y más cuando pasaron de la casa mortuoria a esa otra de los tanatorios o velatorios, despersonalizando al difunto; pero es que antes la casa del muerto era tomada por gente que se apiñaba; así que para evitar ciertas rapiñas, aceptaríamos esos despersonalizados tanatorios y esos ramos de flores sin vida, de tan artificiales que parecen, cuando antes lo eran de las plantas propias de huertos o jardines, e incluso silvestres en el rural medio.

Los funerales hoy, concentración de deudos, amigos o conocidos del difunto o de sus próximos vivos de los que reciben condolencias en esos tanatorios, ahora lugares de encuentro únicos. Pasan años, decenas, y no te ves; así que estos lugares se han convertido en inevitables parlatorios o parlamentos grupales o particulares donde las pruebas de amistad se prodigan sin cuento, los abrazos ni te digo, y ahora los besos entre varones, también. Se cambian impresiones; acabará por hacerse negocios allí donde predispuestos a lo mejor, porque todos amigos. 

Esta sociedad nuestra en la que todos mueren menos uno, ha despersonalizado la muerte como algo ajeno, y que mejor despersonalización que esos asépticos tanatorios casi marmóreos, de tanta frialdad que parece imposible se manifieste alguna clase de sentimiento en ellos. Estamos en el mundo feliz de Aldous Huxley, ese en el que el calor humano es sustituido por la asepsia de la propia rutina vital. Incluso en las aldeas donde el contacto se presume se han embarcado en estos tanatorios, y en otra vertiente, también en el carro de la modernidad y la dependencia de ese cacharrito llamado móvil o teléfono para todo donde hemos contenido nuestra vida.

Prefería esa aldea donde oficiado el funeral ibas a comer a la casa del difunto, si no con pompa si con abundancia, porque las familias echaban el resto en invitar a deudos, amigos, algún conocido que se colaba y clérigos en número según la importancia de la casa. De aquellas comidas recuerdo una en Pereira de Montes, de unos parientes lejanos, donde además de carnes y vegetales corría el vino sin tasa. Como no asistí al vespertino enterramiento, ignoro hasta qué punto la clerecía iba sobria, porque aquellos entierros, de varios curas, como se dijo, a tenor de la importancia del finado o de los dineros que recibían, se prodigaban en responsos.

Eran otros tiempos cuando la cosa estaba mutando a pasos insospechados con la arribada de la modernidad y donde solo nos parecía de película esos despersonalizados entierros, resultó que no pasado mucho tiempo entraríamos de lleno en el modelo americano.

El memento mori o recuerda que has de morir se fue arrumbando porque solo morían los demás. Habíamos alcanzado la inmortalidad… cuando sabemos que solo la logran los privilegiados que por su aportación a la humana sociedad, memoria de sí han dejado.

Te puede interesar