Cuatro historias del Ourense olvidado: damnificados, infinitos baches e impotencia

Los vecinos del área rural de Ourense lamentan que, en ocasiones, cuentan con menos servicios que en los concellos más recónditos de la provincia. No solo la calamidad de los baches se eterniza porque las escasas intervenciones al respecto son tan precarias que días después la carretera está deteriorada otra vez. Es, por otra parte, la pescadilla que se muerde la cola: los vecinos están obligados a realizar trámites telemáticos por la misma administración que no les asegura el servicio de internet. "Solo tengo cobertura en una esquina del balcón. En el resto no hay línea", explica Pilar Crespo, vecina de Vilar de Astrés. Estos son algunos de sus testimonios: “Llevamos más de veinte años pidiendo alcantarillado para nuestras viviendas” El sistema de alcantarillado, innovación propuesta ya en la época de los romanos, aún no llegó a todas las viviendas de la ciudad, como ocurre en Mende, donde más de una docena de casas funcionan como una autocaravana, con pozos negros, y eso si ningún vecino desconsiderado decide verter sus desperdicios en algún riachuelo del entorno, como el regato de Mende por el que hace un par de décadas subían anguilas y truchas y ahora se construyen a su alrededor muros de fincas y se está secando. De hecho, al recorrerlo se podía alcanzar la antigua depuradora, que ahora está rota, pero ahora las fincas impiden el paso. José Luis Lorenzo, portavoz de la asociación vecinal de Mende, advierte de la falta de alcantarillado en núcleos como el de la rúa da Borraxeira, donde cinco casas resisten en esta situación. Allí vive Daniela Carmen Rodríguez Quintela. “Llevamos más de 20 años pidiéndolo”, lamenta. E, incluso en plena avenida Otero Pedrayo, están en la misma situación vecinos como Joaquín, que vive junto al restaurante El Rancho y se ve obligado a pagar entre 200 y 300 euros cada vez que necesita vaciar su pozo negro, para que un camión retire los desperdicios. Por otro lado, en zonas de Vilar de Astrés como Sartédigos tampoco cuentan con alcantarillado y se ven obligados a emplear zonas sépticas, y, en la zona de Arrabaldo, son varios los núcleos poblacionales sin agua de la traída, obligados a apañarse con pozos propios, como le ocurre a la madre de Antonio Muñoz, ya con 94 años. La maleza crece salvaje y los vecinos se hacen cargo En barrios como Rabo de Galo y O Polvorín, los propios vecinos se vieron obligados en las últimas semanas a contratar el desbroce de los caminos y las fincas abandonadas, a costa de su limitado presupuesto, o de abordarlos ellos mismos directamente. Todo ante la falta de control por parte de las brigadas municipales durante todo el año y ya a finales de septiembre, por el peligro que sufren las viviendas. La situación se agrava ante el recuerdo de los incendios que sufrieron estos mismos barrios. En Rabo de Galo, se derretían hace cuatro años las persianas de las casas. Y no es cosa de un día: algunas de las viviendas de O Polvorín llevan abandonadas una década. “La cobertura móvil es cero… cuando me llaman, salgo corriendo a coger el fijo” La asociación vecinal de Vilar de Astrés intenta recuperar la zona, con actividades como las visitas con niños de la parroquia a las antiguas “mámoas”, hasta las que ya salían de ruta los portavoces de la agrupación cuando eran pequeños. Pero, como refleja su representante, Delmiro González, la recuperación de estos núcleos rurales está siendo “muy dañada” por la paralización del PXOM, que dificulta la creación de nuevas obras, por lo que las escasas viviendas “se venden a precio de oro, y muchas personas con fincas no pueden construir nada en ellas, por lo que no vienen a vivir a Vilar de Astrés cuando querrían hacerlo”. Por lo tanto, se acumulan las propiedades abandonadas. Y este no es el mayor obstáculo, sino la falta de cobertura. Lo sufren desde los bares del pueblo, como Adega da Fonte. “Si estoy en la cocina y me llaman, salta el contestador automáticamente. La cobertura móvil es cero, tengo que salir corriendo a coger el fijo, que va por fibra”, lamenta su dueño. Y también sufren los vecinos, como Amador Cid, que realiza a menudo rutas en bicicleta por la zona, y pierde la señal en buena parte del recorrido. “En la planta baja de mi casa, no hay cobertura. Vine a vivir aquí tras la pandemia y me sorprendió la poca señal que hay”, critica. Le afecta a su trabajo, ya que es repartidor: “Muchas veces, me llaman los clientes y no les puedo coger”. Vilar de Astrés está considerado como “zona blanca”, es decir, un espacio sin cobertura ni previsión de que las operadoras vayan a cubrir esta carencia antes de 2024. Hay zonas de Vilar de Astrés, como Paradela o El Lagar, donde no hay cobertura salvo en puntos muy determinados. También en el casco histórico de Seixalbo, donde se acaba de conseguir la fibra óptica, sigue pendiente el asunto de la cobertura telefónica, que también damnifica a los vecinos. Y lo mismo ocurre en Santa Teresita do Vinteún. “Hay vecinos que incluso tuvieron que dejar de hacer la compra online: tardaban horas” La asociación vecinal As Laxas, perteneciente el entorno rural de As Curuxeiras, envió un escrito al Concello para denunciar la falta de una conexión a internet digna, cuando todas las zonas colindantes ya cuentan con servicio de fibra. Por lo tanto, “perdemos oportunidades laborales, al no poder ejercer el teletrabajo. Mucha gente quiere venir a vivir aquí, pero no puede, por la falta de conexión”, lamenta Vanesa Bautista, que lleva cuatro años residiendo en la zona. Estudia y trabaja, ambas cosas con dificultades. Le es imposible realizar tutorías de su TFG y pierde jornadas laborales, ya que trabaja a través de una ETT y, al no poder trabajar online, apenas cuentan con ella unos días al mes. “Y ahora, si quieres hacer un trámite, todo es telemático”, lamenta la ourensana. Marta Chacón, vecina del pueblo, se vino a vivir desde Madrid y se encontró con dificultades insospechadas. “No somos, con perdón, un pueblo perdido en la montaña, estamos a pocos kilómetros del centro de Ourense”, valora. Tuvo que dejar de hacer la compra por internet, algo que necesitaba (al no contar con coche propio), ya que le fallaba constantemente la conexión, y tardaba horas y horas, a veces sin conseguir realizar el pedido. A menudo, para avisar a los residentes en la zona, los representantes de la asociación vecinal pasan casa por casa dejando hojas informativas, ya que funciona de forma deficitaria hasta el WhatsApp. Otro vecino, Benito Paz, añade que “tenemos la desgracia de pertenecer a Ourense. Si fuéramos de San Cibrao, ya tendríamos fibra. Y ves que en sitios mucho más alejados, como es el caso de Entrimo o Nogueira de Ramuín, están instalándola”. Y este problema se extiende por buena parte del perímetro rural del concello de Ourense. La mayoría de pueblos de Castro de Beiro, por ejemplo, continúan sin una conexión propia de este siglo. Solo cuentan con fibra los núcleos que están dispuestos a lo largo de la carretera principal.