La impresión dactilar apareció en la barra de hierro empleada para golpear al conductor de Autobuses Guerra y, según los investigadores, coincide con la de la pareja de Ángeles Pousa

Una huella incrimina a la hija del chófer asesinado y al novio de ésta

La detenida (en un círculo), en la manifestación de noviembre para pedir la  resolución del caso. (Foto: MARTIÑO PINAL)
Una huella encontrada en una barra de hierro con la que presuntamente fue golpeado Bernardino Pousa y los restos biólogicos (saliva y sudor) hallados en una toalla motivaron la detención en la tarde del lunes de su hija Ángeles Pousa y su compañero sentimental, Alberto Fernández, como presuntos autores del asesinato. Pousa Rodríguez era conductor de la empresa Autobuses Guerra de Verín y fue degollado el pasado 12 de septiembre cuando regresaba de un viaje (un microbús con pasajeros) de la playa de Samil (Vigo).
La detenida trabajó hasta entonces en la misma empresa que su padre, aunque ambos no tenían buena relación y, tras el crimen, abandonó el trabajo.

La huella y los restos biológicos encontrados en la cochera de la empresa Guerra (el asesinato se produjo tras estacionar el microbús), según fuentes de la investigación, pertenecen a Alberto Fernández, después de ser analizados minuciosamente en el laboratorio de Criminalística que el instituto armado tiene en Madrid.

Los resultados llegaron esta semana y acto seguido la Policía Judicial de la Guardia Civil procedió a arrestar a la pareja, que ayer permanecía separada en los calabozos de la Comandancia a la espera de prestar declaración en el Juzgado de Instrucción de Verín.

Alberto Fernández, natural de Feces de Cima (Verín), donde es conocido por el apodo de 'Xudas', estuvo desde un principio en el punto de mira de las fuerzas de seguridad dada, según pudo saber este periódico, la enemistad que mantenía con Bernardino Pousa a causa de la relación que mantenía con su hija. Los agentes, desde entonces, le estaban siguiendo todos sus movimientos. Es más, lo interrogaron en varias ocasiones, igual que a su compañera sentimental, y en sus declaraciones (lo hicieron por separado), según pudo saber este periódico, hay contradicciones a la hora de determinar el lugar en que se encontraban entre las 22.00 y las 24.00 horas del pasado 12 de septiembre cuando se produjo el asesinato.

Su arresto cogió por sorpresa a Germán Pousa, el hermano del fallecido, que el pasado 12 de noviembre convocó una manifestación en Verín, reclamando el esclarecimiento del asesinato, en la que participó la ahora detenida. Pousa Rodríguez declinaba ayer declaraciones sobre el arresto de su sobrina y compañero.

LA PAREJA PUDO CONTAR CON LA COLABORACIÓN DE OTRA PERSONA

Los detenidos, que hoy previsiblemente pasarán a disposición judicial, negaron en su declaración ante la Guardia Civil ser los autores del crimen. Mientras, los agentes registraron su vivienda en Verín y dos inmuebles en Feces (el arrestado se dedicaba a la construcción) en la búsqueda de más pruebas. Los agentes sospechan que la pareja pudo haber contado presuntamente con la colaboración de una tercera personas para ejecutar el asesinato en un ataque de venganza por haberlos obligado a buscar una nueva vivienda en Verín.

Ángeles Pousa es madre de dos hijos, fruto de una relación anterior, que ayer permanecían bajo la custodia de un familiar. Meses antes de producirse el asesinato, residía, junto con Alberto Fernández, en un piso que era propiedad de Bernardino Pousa. La situación no planteó ningún problema hasta que el fallecido le reclamó la vivienda al decidir separarse de su esposa, que se quedó con el domicilio conyugal, en el barrio de San Lázaro de la villa. La pareja accedió a la petición, pero antes de abandonar el inmueble, según fuentes de la Guardia Civil, destrozaron las paredes e instalaciones de agua y luz, lo que incrementó la enemistad.

ANTECEDENTES

Bernardio Pousa falleció degollado después de recibir un golpe, posiblemente con una barra de hierro, en la cabeza, lo que provocó que se desplomara ante de cerrar la puerta del autobús que acaba de estacionar. Después, le cortaron el cuello con un cuchillo y lo volvieron a golpear en la cara. Los autores conocían, según la Guardia Civil, su movimientos y lo esperaron. Un familiar lo encontró muerto alarmado por se tardanza en llegar a casa.

Te puede interesar