Delincuentes 'autóctonos' que prefieren el rural han recogido el testigo de las bandas foráneas

Los ladrones de viviendas se desplazan a la periferia urbana

Un agente, en un control de la OU-536, en Pereiro de Aguiar. (Foto: MIGUEL ÁNGEL)

Los robos con fuerza en viviendas habitadas tuvieron en 2013 un mal año aunque en consonancia con la tendencia apuntada doce meses antes. En la ciudad, las sustracciones en pisos y viviendas unifamiliares aumentaron el pasado año un 54 por ciento con respecto a 2012, de forma que se denunció un robo cada dos días.

En ese periodo, la Policía Nacional abrió atestado por 199 hechos delictivos en los que se daba cuenta de todas aquellas casas asaltadas, forzando puertas o ventanas, en ausencia de sus moradores (129 un año antes). La mayor parte de estos robos, hasta el mes de agosto, se perpetró en la ciudad. El peor momento de todos se vivió entre junio y agosto, con un oleada que tuvo su epicentro en pisos de las calles más céntricas, a plena luz del día, lo que llegó a causar una importante alarma social. De hecho, la policía se vio abocada a montar un servicio específico, en el que tomó parte personal de prácticamente todas las brigadas de la Comisaría, con el que paliar la incidencia, cuya eclosión fue a finales del mes de julio con los robos perpetrados en siete pisos de un mismo inmueble situado a escasos metros de la sede policial.

Ahora bien, los ladrones, según se constató en estos últimos seis meses, están mostrando una especial querencia por el hábitat rural. Según valoran fuentes policiales, la periferia urbana en estos momentos acapara entre el 75% y 80% de los robos en domicilios. La autoría -asegura el comisario, Amable Valcárcel- 'es totalmente diferente a los que se producen en pisos'. Estos últimos son obra, según añade, 'de la delincuencia autóctona', viejos conocidos de las fuerzas de seguridad tanto para la policía como para la Guardia Civil en tanto que actúan en concellos del área metropolitana (Barbadás, Coles, San Cibrao o Pereiro). Hasta el punto de que, según la policía, sólo dos hombres, que acabaron siendo detenidos, perpetraron el 90% de los delitos contra la propiedad en el extrarradio de Ourense el pasado otoño. Por contra, las entradas ilícitas en pisos del centro es una especialidad -dice Valcárcel- de grupos organizados, sobre todo 'de nacionalidad colombiana'.

La mayor presión de los ladrones en las viviendas de la periferia ha incrementado el número de controles móviles en las rotondas que hay a las entradas y salidas de la ciudad por parte de la policía, pero también en poblaciones de los alrededores. Así, la Guardia Civil intensificó este mes los controles aleatorios en los aledaños a los polígonos industriales y accesos a carreteras nacionales. En esos controles, los agentes no sólo inspeccionan la documentación de los conductores sin que, además, examinan los maleteros de los coches en busca de objetos de procedencia ilícita, según confirmaron a este diario personas a las que se le dio el alto a medianoche.


BOTINES DISTINTOS

No sólo la autoría de los robos en el rural es diferente sino también los objetos que integran los botines de los ladrones. Mientras que los asaltantes de pisos en zonas céntricas van en busca de dinero y joyas (lo único que generalmente se llevan), los cacos que actúan en las casas de campo son menos selectivos. E incluso, según apuntan desde la Policía Local de Ourense, hacen valer aquello de que 'todo vale si tiene alguna venta'. En su última detención relacionada con un robo en el extrarradio, concretamente en la carretera de Vilar-Madrosende, los agentes hallaron en el recinto de la vivienda enseres abandonados en la huida tras detectar la presencia policial: radiadores, tubos de cobre, ventanas de aluminio y hasta un somier.

La mercancía tiene salida en el mercado de la chatarra, establecimientos de compra y venta de oro o incluso en barrios como Covadonga. Este último extremo lo confirmó la Guardia Civil el pasado año con motivo de la llamada Operación 'Juanghans', cuya investigación se dirigió hacia dos varones (uno de ellos detenido también por la policía poco antes), a los que atribuyó 35 robos en viviendas habitadas de localidades próximas a Ourense.

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