El doctor José Carro deja a un lado su papel como docente y presidente de la Real Academia de Medicina para centrarse en el Camino de Santiago y las curaciones milagrosas producidas a lo largo de los siglos. La conferencia, enmarcada en el Foro La Región, será esta tarde, a las 20,15 horas en el centro cultural Marcos Valcárcel.
¿Qué aspecto del Camino de Santiago analizará en su ponencia?
Hablaré de las curaciones milagrosas que constan en la historia de la peregrinación a Santiago tomando como primera fuente informativa el Códice Calixtino, escrito en el año 1160 y que contiene una relación importante de las enfermedades vinculadas al Camino. Muchas de ellas fueron curadas por la intermediación del apóstol, por lo tanto son milagrosas. Otras sanaron por la intervención de santos con tumbas que jalonan el Camino. Por ejemplo, aquí en España está San Juan de Ortega, en la localidad de Senombre, en pleno Camino. Allí se sabe que Isabel la Católica y su marido pidieron al santo, que gozaba de cierto prestigio de fertilidad, para tener a su primer hijo. Otro caso importante fue el de San Amaro, que ejercía de enfermero en el hospital del Rey o los santos del Camino Francés, que curaban a ciegos o cojos.
Entonces, ¿son muchas las referencias?
Sí, pero debo decir que a Santiago no se venía a eso. Aunque se le atribuyen curaciones al Apóstol, no era un sitio famoso por esa circunstancia, sino que la peregrinación era más bien penitencial. Era un santuario muy desinteresado al que no se venían a pedir cosas materiales, sino bienes espirituales.
Aunque ese no era el fin, las curaciones del Camino, ¿ayudaron a potenciarlo?
Eran un complemento natural que contribuían a darle prestigio a la peregrinación. Pero al mismo tiempo, esos santuarios también se lucraban personalmente.
Hay gente muy escéptica con estas curaciones. Usted, como médico, ¿les da crédito?
En su justa medida. Como médico sé el poder que tiene la mente. La mayor parte de las veces, los psiquiatras curan a través de la palabra. Ocurre, por ejemplo, con ciertas parálisis producidas por reacciones psicóticas. Si, en consecuencia, la fe en un santo es suficiente, en ocasiones pueden recuperar la salud. El poder de la mente es muy fuerte y, por eso, yo no hago de menos las milagrerías.
¿Cuánto tiempo estuvo investigando estos casos?
Siempre he sido un estudioso del fenómeno histórico de la peregrinación a Santiago, un hecho notabilísimo a nivel europeo. Tuve, además, la suerte de haber sido comisario jacobeo de Galicia para preparar el año santo 1993. Aparte de muchos años de estudio, esta circunstancia me ha servido para conocer la historia del Camino.
Hablaré de las curaciones milagrosas que constan en la historia de la peregrinación a Santiago tomando como primera fuente informativa el Códice Calixtino, escrito en el año 1160 y que contiene una relación importante de las enfermedades vinculadas al Camino. Muchas de ellas fueron curadas por la intermediación del apóstol, por lo tanto son milagrosas. Otras sanaron por la intervención de santos con tumbas que jalonan el Camino. Por ejemplo, aquí en España está San Juan de Ortega, en la localidad de Senombre, en pleno Camino. Allí se sabe que Isabel la Católica y su marido pidieron al santo, que gozaba de cierto prestigio de fertilidad, para tener a su primer hijo. Otro caso importante fue el de San Amaro, que ejercía de enfermero en el hospital del Rey o los santos del Camino Francés, que curaban a ciegos o cojos.
Entonces, ¿son muchas las referencias?
Sí, pero debo decir que a Santiago no se venía a eso. Aunque se le atribuyen curaciones al Apóstol, no era un sitio famoso por esa circunstancia, sino que la peregrinación era más bien penitencial. Era un santuario muy desinteresado al que no se venían a pedir cosas materiales, sino bienes espirituales.
Aunque ese no era el fin, las curaciones del Camino, ¿ayudaron a potenciarlo?
Eran un complemento natural que contribuían a darle prestigio a la peregrinación. Pero al mismo tiempo, esos santuarios también se lucraban personalmente.
Hay gente muy escéptica con estas curaciones. Usted, como médico, ¿les da crédito?
En su justa medida. Como médico sé el poder que tiene la mente. La mayor parte de las veces, los psiquiatras curan a través de la palabra. Ocurre, por ejemplo, con ciertas parálisis producidas por reacciones psicóticas. Si, en consecuencia, la fe en un santo es suficiente, en ocasiones pueden recuperar la salud. El poder de la mente es muy fuerte y, por eso, yo no hago de menos las milagrerías.
¿Cuánto tiempo estuvo investigando estos casos?
Siempre he sido un estudioso del fenómeno histórico de la peregrinación a Santiago, un hecho notabilísimo a nivel europeo. Tuve, además, la suerte de haber sido comisario jacobeo de Galicia para preparar el año santo 1993. Aparte de muchos años de estudio, esta circunstancia me ha servido para conocer la historia del Camino.
