Ofelia Debén: “Ahora, el usuario de Proyecto Hombre es un treintañero de clase media”

Ofelia Debén es la presidenta de Proyecto Hombre.
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Ofelia Debén es la presidenta de Proyecto Hombre en Galicia y Ourense. 

Las adicciones a las drogas, sobre todo a las estimulantes, preocupa en Ourense. Mientras que en la Unidad de Drogodependencia del CHUO registran un 54% más de pacientes que acuden a desintoxicarse, en la asociación Proyecto Hombre de Ourense, donde atienden a 60 personas al año, observan un cambio en la forma de consumo: las drogas ya no son cosa de personas en riesgo de exclusión social, sino que el perfil más habitual es el de un treintañero de clase media que se engancha de noche, en contextos festivos, y después ya no puede parar. Ofelia Debén es la directora del centro desde 2021 y desde su llegada se enfrenta a un cambio de paradigma en el consumo.

¿A cuántas personas atienden? ¿Cuál es el perfil de usuario en Proyecto Hombre?

La cifra siempre oscila entre las 60 y las 70 al año.  Fundamentalmente, son hombres, de 33 años de media, con estudios de la ESO (como mínimo), con trabajo (un 50% de personas tienen uno) y de clase social media. No nos encontramos con gente en riesgo de exclusión social, sino que el consumo de sustancias ya llegó a todos los estamentos.  Por otra parte, destacar que estamos viendo un repunte de mujeres que piden tratamiento y asistencia. Históricamente tardan mucho más en acudir.

¿En qué ámbitos trabajan?

Somos un equipo dividido en dos servicios. Uno está en el Pazo de Guizamonde en Ourense, donde trabajamos con una comunidad terapéutica para personas policonsumidoras. Se internan y luego nos encargamos de realizarles un seguimiento. El otro servicio está dentro de la prisión de Pereiro. Aprovechamos el tiempo que tienen de condena para ayudarles en la rehabilitación. Es un proceso que pueden continuar si quieren en el exterior.  Además, trabajamos en prevención, con colegios que nos solicitan información. 

¿En la cárcel, los presos acuden voluntariamente?; ¿hay muchas recaídas entre rejas?

Siempre vienen de forma voluntaria. Para evitar las recaídas, estos presos están en un módulo aparte, no se mezclan con otros internos desde el momento en el que piden la entrada en la comunidad terapéutica. No pueden combinarse ni siquiera en la cocina o el patio, tienen sus propios espacios. 
Puede suceder que en alguna visita exterior alguien pase o traiga drogas. Separarlos es lo que nos facilita la abstinencia. 

¿Con qué adicciones trabajan?

Aunque ahora nos están entrando nuevas adicciones, a los videojuegos o a las nuevas tecnologías, el trabajo más intenso es con las drogas. La sustancias más utilizadas son la cocaína, el alcohol y el cannabis. Aunque dicen que la heroína podría volver a repuntar. 

Los consumos de unas u otras irían cambiando con los años…

Sí. Antes había mucho más consumo de heroína. En los 80 y principios de los 90, cuando iniciamos el proceso de adicciones en Santiago de Compostela, la droga principal era la heroína. Ahora es la cocaína junto con otros estimulantes. Son muy protagonistas. Sin embargo, es raro encontrar una persona consumidora de una única droga. Suelen ser combinadas.

¿Qué factores suelen determinar que alguien decida parar? ¿En qué porcentaje se rehabilitan?

Hay una primera causa que es la necesidad. La persona se ve en una situación vital problemática. Otras veces son las familias quienes le incitan a acudir. En otros casos son los problemas de salud o los judiciales los que dan pie a rehabilitarse. Según nuestros datos de altas terapéuticas, se recupera un 65%.

¿Cambiaron los horarios o los hábitos de consumo?

Actualmente, no es que se consuman más o menos drogas, pero se observan procesos de deterioro en la vida diaria distintos. El nivel de desestructura que tiene una persona y como deja de gestionar su vida por una adicción es igual, pero se hace más de fiesta. Los consumidores piensan que tienen más control, creen que no son adictos. 

¿Aprecian una afectación a la salud mental?

Sí, nos estamos encontrando con personas que no creen tener un problema con las drogas y que desarrollan patologías mentales con ellas. En los años 80 no era algo tan fuerte.

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