Pablo: “Hace ocho años que no me drogo; no quiero aquella vida”

Las únicas drogas que no ha probado Pablo son las que se inventaron desde la noche que ingresó en Proyecto Hombre. Esa noche de hace ocho años, esa decisión difícil le cambió la vida, y probablemente se la salvó a este ex politoxicómano ourensano de 49 años. Enganchado al alcohol, al hachís desde que cumplió los 15 y a la cocaína desde los 18, tuvo que vivir una noche de terror a causa de una sustancia adulterada para seguir el consejo de su familia e ingresar voluntariamente en una comunidad terapéutica. “Esa noche sufrí un golpe de locura. El hachís me producía arrebatos; hacía cosas que no eran normales y tuve miedo”, confiesa a este diario Pablo G.R. Lo primero que hay que hacer es reconocer que tienes un problema, asegura. “No quiero echarle la culpa a las malas compañías ni a nadie. No tenía problemas de pareja ni de familia ni de trabajo. El único culpable soy yo y mis ganas de probar. Tenía bastante dinero y lo usé mal”, reconoce Pablo, que sufrió varios accidentes de tráfico durante sus años de adicción y tuvieron que implantarle prótesis en las piernas. Aunque era paciente de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) del Complexo Hospitalario de Ourense, sabía que si no ingresaba en Proyecto Hombre no iba a lograr nada. “Entré voluntariamente. Allí te ayudan, te vigilan y te van dando libertad en función de cómo te comportas. A mí habrían tenido que atarme con una cadena a una farola”, bromea. Horarios estrictos, higiene, buena conducta, no mentir, ser honesto y buen compañero, y alejarte de las amistades que consumen drogas son algunas de las normas que tuvo que cumplir. “Al principio no conoces a nadie, pero los últimos meses allí fueron más duros porque ya estaba muy cansado”, recuerda. Tras once meses de internamiento, llegó la fase de reinserción en la que le ayudaron a buscar trabajo, tener hábitos saludables y rodearse de gente sana. “Hace ocho años que no me drogo; no quiero volver a aquella vida. Antes vivía de noche y ahora, de día. Ya no tengo resacas ni miedo a la Policía y ya no hago las cosas a lo loco, con prisas”, reconoce Pablo, que ahora trabaja por las mañanas como cuidador en colegios públicos y por la tarde, como cartero. “Estoy muy contento de cómo estoy ahora mismo. No bebo alcohol y no salgo por la noche; a las once de la noche me voy a casa”, asegura Pablo, que confiesa que ha probado casi todas las drogas, aunque haya sido esporádicamente. “Venden droga en cada esquina de Ourense. No he recaído, pero no es fácil. El mundo no va a cambiar, pero tienes que cambiar tú”, indica. Aficionado a las motos y al saxo, está ilusionado con comprarse una batería. “Estoy muy agradecido a Proyecto Hombre. Si no fuera por la droga, hoy tendría hijos”, dice Pablo, que se arrepiente de haberle dado tantos disgustos a su familia. Ofelia Debén: “El 80% de los que ingresan en Proyecto Hombre no recaen en las drogas” El porcentaje de éxito de Proyecto Hombre es alto. Un 80% de las personas politoxicómanas que reciben tratamiento en su comunidad terapéutica logra abandonar sus adicciones y no volver a recaer, según aseguró a este diario la directora de esta asociación sin ánimo de lucro, Ofelia Debén. El perfil tipo son policonsumidores de alcohol, cannabis y cocaína; de entre 30 y 35 años; y que abandonaron los estudios de Secundaria. “El consumo de drogas suele derivar en fracaso escolar”, explica Debén. El ingreso en la comunidad dura diez meses, aunque van a sus casas cada quince días; y la reinserción, entre seis y ocho meses. En 2021, atendieron a 200 personas en Ourense, de las que 65 ingresaron en la comunidad terapéutica del Pazo de Guizamonde, aunque solo 18 pernoctaron allí. En la comunidad intrapenintenciaria de la prisión de Pereiro de Aguiar trataron a 60 personas.