Héctor Di Lalla, Omar Pérez y Andrés Schlichter son los autores del primer tomo de “Ferrocarriles Oeste y Norte: estudio de las marcas postales ambulantes 1865-1920”, que recoge la historia del ferrocarril argentino. Con el tiempo, también sumaron sus aportaciones al proyecto otros muchos coleccionistas, así como bibliotecas locales.
Pérez, que reside en la ciudad de Ourense desde hace décadas y, en su faceta como ilustrador, llegó a ser reconocido como “El rey del humorismo” en Italia, celebra que acaban de lograr la medalla de Oro en la Exposición Mundial de Filatelia organizada por su federación internacional, que se celebró en Lugano (Suiza),entre el 18 y el 22 de mayo.
Colecciones de medio millón de euros
“Las colecciones de filatelia más grandes del mundo están ahí”, valora Pérez. En este encuentro, se participa en dos categorías, la de Colecciones y la de Literatura, con obras escritas. Y lograron 90 puntos de 100, lo cual supone la Medalla de Oro, con una obra enciclopédica que muestra cómo los pueblos de Argentina crecían al ritmo en el que surgían las vías, paralelamente a ellas.
La próxima cita para su propuesta filatélica será en Irún, donde se celebrará la exposición nacional, y también participarán en el próximo encuentro mundial, que acogerá Sudáfrica. En el foro, se encontraron con colecciones de todo tipo, como las de aerofilatelia o la que llevaba por título “Mi amigo el perro”, centrada en todo tipo de material filatélico sobre el mejor amigo del hombre. “Hay colecciones que no bajan de 500.000 euros, y de ahí para arriba”, valora Pérez.
El nombre del tatarabuelo
Su trabajo les permitió ahondar en la historia del país argentino, donde el cólera paró durante dos años la construcción de infraestructuras ferroviarias. Entonces, en Buenos Aires, un lúgubre tren se encargaba de llevar a los muertos por la enfermedad: “Le llamaban el tren de la muerte”, recuerda el ilustrador. “Su conductor murió de cólera, al contagiarle los cadáveres que llevaba hasta el cementerio”, prosigue.
Por aquella época, fueron muchos los dueños de tierras que donaron dinero para la creación y desarrollo de las estaciones, porque "a veces llegaba el tren y solo había un tenderete”, recuerda. “Hay gente que compró el libro porque sale el nombre de su tatarabuelo, que había aportado dinero para obras en las estaciones”, añade Pérez.
El ferrocarril aparece a lo largo de las páginas como una pieza clave para el progreso: “Encontré relatos de cómo muchos apuraban a los políticos en Buenos Aires para que el trazado del tren pasara cerca de ellos, como ocurrió siempre y seguirá pasando”, prosigue el artista.
Ahora Di Lalla, Pérez y Schlichter persiguen el curso de la historia recopilando la información de las diversas líneas que se fueron construyendo en Argentina, siempre en orden cronológico, tras comenzar con la del Oeste. Trabajan ya en el segundo tomo.
