Puestos a hablar de temas municipales no queda más remedio que tratar el tema perros.
A algunos nos pasa con los perros como con los niños, que nos gustan, pero a veces no aguantamos a los dueños de los primeros y a los papás de los segundos en el trato y actitud que tienen con ellos.
En cuanto a los perros voy a ceñirme a lo que ocurre en el Parque de San Lázaro convertido en un meadero y cagadero de lujo. Los perros, grandes y pequeños, y con frecuencia también sus dueños, invaden las zonas florales, el césped y todo aquello donde haya tierra que, sin duda, es muy deseada por los animales.
Allí donde los humanos sin perro no pisamos, ni meamos, ni escarbamos por respeto al espacio público y a nuestros vecinos, los perros guiados por sus dueños se han convertido en los señores de los parques y jardines públicos. ¿Qué pasaría si los vecinos pisáramos y orináramos en esas flores, árboles y césped? Hay un magnífico parque de perros al pie del Puente Viejo.
A lo mejor hay que plantearse acondicionar más como ése y dejar los parques para los ciudadanos, viejos y jóvenes, quienes no suelen, ya sabemos que algunos sí, soltar sus misiones al pie de los árboles. Échenle valor y tomen medidas.
