Quedamos para contar jabalíes

Antonio Mercero filmó en la década de los 70 la célebre serie de televisión "Crónicas de un pueblo", de la que hace una semana se cumplieron 50 años. Rodada en Santorcaz, municipio de la Comunidad de Madrid, llevó a los hogares la idiosincrasia de la época: el alcalde, el cura, el médico o el maestro eran los protagonistas, porque así lo requería el escalafón social de la España de un general de Ferrol. Y, para andar por casa, gentes del común como el conductor de autobús y, claro, Braulio, el cartero. Dista de la ciudad de Madrid unos 50 kilómetros y en los últimos veinte años pasó de 561 habitantes a 899. Lo que era un árido pueblo mesetario tomó cierto brío siguiendo el compás del progreso. Nuestro Santorcaz pasó de los 108.649 habitantes del 2000 a los 105.643 actuales. Y bajando. Lo que pasa aquí son nuestras crónicas de un pueblo, con nuestro Braulio y todo. La ciudad no vació la aldea, se fusionó en un mestizaje pintoresco y todo es lo mismo. Los periodistas narramos con la pasión de la exclusiva las cosas de la aldea, por ejemplo contar cuántos jabalíes se pasean aprovechando la oscuridad de la noche por la avenida de Buenos Aires. Hemos renunciando, reconozcámoslo, a narrar las andanzas del resto de artiodáctilos que nos gobiernan. En nuestras crónicas de este pueblo las grandes incógnitas del universo se debaten a pie de obra, con una cohorte de vecinos de Marcelo Macías protestando por una doble línea continua en la calle gracias a una obra-chapuza de la Xunta. Es lo más contestatario que se recuerda en Ourense desde que un árbitro pitó un penalti injusto en el campo de O Couto cuando la portería estaba defendida por el portugués Fonseca. Mercero se cabreó mucho cuando Televisión Española repuso sus "Crónicas de un pueblo" en los 90, coincidiendo con las bodas de plata de la afamada serie. "No tiene sentido la recuperación íntegra, porque es una serie enmarcada en una época muy concreta", dijo entonces. Aquí en Ourense, sin embargo, la reponemos todos los días. Fue lo más importante El alcalde de nuestras crónicas de un pueblo llama a los periodistas (y van) para que proclamen a los cuatro vientos que en el parque de San Lázaro ya no hay mupis. Qué es eso, pregunta un vecino. Qué más da, se le responde con desdén. Habría que ser más cortés porque el que se retiren los soportes publicitarios debe ser muy importante, lo suficiente para que vaya un alcalde para ver cómo los podan por los pies y un grupo de periodistas le siga para poner delante de su boca un micrófono esperando las palabras de los grandes acontecimientos. Fue, en efecto, lo más grande que tuvo a bien contar el Concello. También lo más creíble porque el resto del discurso valdría para otras crónicas televisivas, las marcianas. En el pelotón de las villas grandes Votadme a mí para impedir que esta ciudad deje de serlo y se convierta en una villa grande, dijo cuando se presentó el guionista de las crónicas de este pueblo. Y las villas ya toman carrerilla. La Región contaba que Verín espera diez millones de inversión para desperezarse y que Carballiño desempolvaba el gran balneario veinte meses después. La capital de la provincia también espabila: es ya de las primeras de Europa que no cuenta con mupis. Unos datos antes de rodar de nuevo Luego, otras cosas menores en las crónicas del pueblo. La Universidad de Vigo ha hecho un informe sobre la situación del empleo en la ciudad. El documento coordinado por el profesor Andrés Mazaira dice algunas cosas. Ourense es, con Ferrol, la única ciudad gallega que ha perdido población en lo que va de siglo, la de menor tasa de natalidad, en la que el número de residentes nacidos en la misma ciudad es menor. El impacto de la pandemia es especialmente significativo en la actividad de los empresarios y autónomos (-2.100 en el cuarto trimestre del año 2020 en comparación a 2019, lo que supone una disminución del 28,3%). El tamaño medio de las empresas es el menor de todas las ciudades gallegas y el 96,6% tienen menos de 10 trabajadores. Hay un déficit de negocios capaces de crear más valor tanto del comercio, transporte y hostelería como de otras actividades terciarias. La renta disponible es la más baja de Galicia y hay dificultades para retener talento joven y formado. Además, hay altos niveles de concentración de paro registrado en los jóvenes entre 25 a 39 años en la capital. Y así sucesivamente. El documento señala riesgos, retos y, claro, también oportunidades, que las hay. El Concello sabrá si una de ellas es grabar otras "Crónicas de un pueblo". Y los periodistas quedemos para contar los jabalíes que pasean por la calle Al poner la lupa El camarero es la máxima autoridad Había margen para repartir responsabilidades para prevenir el covid. A los hosteleros la administración les ha convertido en la máxima autoridad sanitaria en su local, responsabilizando que el cliente demuestre al entrar que está sano. También debe ejercer de policía y, en los ratos libres, servir un buen producto y atender bien a la clientela. Las farmacias dispensan los test rápidos para tranquilidad individual, pero con nula eficacia para demostrar la inmunidad ante terceros. Las prisas, malas consejeras, nos están poniendo a todos hasta los periféricos. El portafotos Arián González es un abogado hispano cubano que reside en Ourense y que fue detenido en la isla caribeña el día 12 de este mes coincidiendo con las protestas que allí se produjeron contra la dictadura . Supo pronto cómo se las gastan los regímenes dueños de los destinos universales. Pagó con cárcel su derecho a expresarse. El periódico de ayer sábado recogía su experiencia y, entre otras cosas, decía no haber cometido delito alguno: "Ejercí mi derecho a expresarme libremente de manera pacífica, clamé por la libertad de Cuba y me respondieron con golpes y cárcel". El relato de peripecias de la detención o su estancia en el calabozo dejan bien a las claras cómo se respetan allí los derechos humanos. Arián contó con el silencio de la mayor parte de sus vecinos ourensanos, por supuesto de gran parte de partidos políticos, que silbaron cuando se les preguntó por su caso. El cinismo político reinante acostumbra a dividir la represión según a qué lado del gulag se produzca. Arián González ha pasado a arresto domiciliario y su situación aún pinta fea. Como letrado que es sabrá qué argumentario seguir en su defensa. Que se aferre a él, que no espere más que desde aquí se le mire detrás de los visillos políticos cómo se lo llevan para ser ajusticiado.