Hizo de la enseñanza y la música su vida, actividades ambas a las que dedicó sus mejores momentos. Pero reservó un hueco importante para los amigos, entre los que Manuel de Dios fue casi alma gemela.

La 'química' entre música y docencia

Juan Feijóo en el barrio de As Lagoas. (Foto: L.P.)
Fue niño del rural en un tiempo en el que nada era fácil y menos si eras de pueblo.
Se crió en Allariz, aprendió las primeras letras y las primeras notas del pentagrama en los Salesianos; hizo el bachillerato por libre con profesores locales y examinándose luego en el Instituto -hoy Otero Pedrayo-, en el que andando el tiempo desarrollaría buena parte de su vida profesional. Se licenció en Ciencias Químicas en Santiago y a pesar de ser tuno no guarda recuerdos especialmente gratos. 'Na tuna había xente sán, pero había alguns membros que confundían a diversión cas gamberradas'. cuenta que. Cuenta que una vez 'actuamos no Porto invitados por unha adega; mentres estivemos alí, alguns adicáronse a desvalixar vitrinas collendo botellas'. El asunto llegó a ser tan escandaloso que se ordenó 'que nos rexistraran a todos'.

Por eso, nada más licenciarse volvió a Ourense y comenzó a dar clases. Hizo sus primeros pinitos en los colegios Zorelle (Padre Feijóo) y Cisneros. Hacía tándem con su compañero Manolo Belmonte, 'cruzabamos os turnos, de xeito que un daba clase de mañán nun sitio o compañeiro facíao no outro, e pola tarde, ó revés'. En el primero de los centros llegó a ser 'director técnico, pois o dono carecía de titulación. Eran los tiempos en que 'os licenciados en Ciencias andaban buscados', hasta el punto de que 'lle roubamos a os Salesianos de Allariz un matemático, cunha oferta económica mellor'.

Antes de aprobar las oposiciones, entró de interino en el instituto Otero Pedrayo, fichado por el profesor Ogando, que era director, para sustituir al 'señor Sádaba', una institución. 'Entonces, los directores podían contratar a dedo a los profesores'. Le benefició ser sobrino político de Aser Seara, padre de Modesto Seara, catedrático ourensano exiliado en México y por aquella época dirigente del PSOE, que se había encargado de los intereses empresariales y económicos correspondientes a la herencia paterna de Ogando en aquel país.

En el instituto conoció a Manuel de Dios, circunstancia que le marcó de por vida, hasta hoy. Juanín, como es popularmente conocido, evoca aquella relación que les convirtió en almas gemelas, a pesar del respeto casi reverencial que siempre le guardó. 'Manolo era un home inmenso, tiña uns coñecementos impresionantes, unha grande cultura e unha memoria privilexiada'. Le ayudaba, dice, haber pasado por el seminario. 'O dominio do latín convertíano nunha autoridade en Lengua española e nun intelectual de primeira magnitude'.

Esa relación les llevó a unir sus destinos también en la música, ya que De Dios dirigía De Ruada y Juan había sido solista de la escolanía de Allariz y había aprendido a tocar la mandolina con el salesiano don Albino. Hasta el punto se enganchó con el maestro, que aceptó ser jefe de estudios en Nocturno si ello era compatible con los ensayos de De Ruada.

Con Manuel de Dios mantuvo 'unha relación moi estreita. Falábamos de todo, ainda que eu sobre todo escoitaba, porque dispuña dunha gran cultura. Tamén falábamos de fútbol', en su condición de madridistas, aunque 'ás veces deixábamolo porque sufríamos moito' (cuando las cosas iban mal para su equipo).

'Era casi imposible que algún alumno falara mal díl', dice mientras rescata una anécdota grabada en el alma. 'Despois da morte das suas fillas, estuvo apartado un tempo da Coral'. Su círculo más próximo, pero sobre todo su gran amigo, 'convencémolo para que se incorporase á normalidade. Voltou cun concerto no Paraninfo do Instituto ateigado de alumnos. Foi emocionante, pois tradicionalmente os rapaces amosan escaso interés por istes actos, pero naquíl había un silencio que se cortaba'.

Luego vino la separación de De Ruada y Juanín se mantuvo a su vera. Allí nacieron los 'Vellos Amigos' para arropar al maestro y en su memoria tomó la batuta al desaparecer éste para siempre.

En medio, se matriculó en el Conservatorio e hizo hasta séptimo de violín y profundizó su formación musical, que al fin, jubilado ya de la enseñanza, le ha valido para asumir el testigo para mantener viva la llama de la memoria a través de la música.

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