La Guardia Civil detuvo a cinco rumanos cuando intentaban llevarse material del viejo hospital
Las instalaciones del antiguo psiquiátrico de Toén sigue sumando saqueos desde que el Sergas dejó de encargarse de su vigilancia hace más de un año. En desuso desde que cerró en enero de 2012, el recinto del hospital sufre robos de continuo, tal como atestiguan los propios vecinos de Moreiras. Precisamente, una llamada de estos últimos hizo posible el martes la detención de cinco personas que estaban cortando el cable telefónico del antiguo psiquiátrico, lo que a la postre dejó sin servicio al pueblo tras verse afectada la línea.
Los ladrones, quienes iban en la procura de cobre, ya tenían en el suelo 70 metros de cable y cuando llegó una patrulla del Instituto Armado se dieron a la fuga hacia una zona boscosa, donde fueron localizados y arrestados. J.B.B., de 39 años y vecino de Santiago de Compostela; I.G.B., de 26 y vecino de Ames (A Coruña), y las ciudadanas rumanas B.M., de 27; M.C., 45, y A.T., de 33, las tres con domicilio en Ourense, pasaron a disposición de la jueza de guardia en la mañana de ayer y quedaron en libertad con cargos.
Los comuneros de Trelle y Moreiras, en cuyos terreno está construido el psiquiátrico, aseguran que estas instalaciones sufren robos de forma continuada, casi siempre de material de tipo metálico, lo que les lleva casi a diario a recurrir a llamadas a la Guardia Civil. Radiadores, somieres, sillas y material sanitario inservible son algunos de los objetos más apreciados por los amigos de lo ajeno.
Las sustracciones de cobre se han puesto de actualidad esta semana después de que en la ciudad de Ourense se detectase en la madrugada del pasado lunes el robo de 1.800 metros de cable en el paseo del Barbaña a la altura de O Piñeiral. Este hecho delictivo, en el que los autores abrieron las farolas, dejó sin luz todo el trayecto al pie del río entre entre el pabellón Paco Paz y Seixalbo. El Concello valoró los desperfectos en alrededor de 10.000 euros.
En las sustracciones de cobre, según las fuerzas de seguridad, suelen operan personas de nacionalidad rumana que lo comercializan a través de chatarrerías clandestinas.
