La periferia clama contra el nuevo plan del bus urbano: “Es un sinsentido”

“Un sinsentido”. Es la opinión generalizada entre los vecinos del perímetro rural de la ciudad sobre el nuevo plan de líneas de autobús urbano del Concello de Ourense que, lejos de mejorar el servicio, reduce frecuencias para 5.000 ourensanos de la periferia y mantiene a otros 20.000 con el antiguo plan, sin paradas ni horarios nuevos. Aunque es un borrador, el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, aseguró que se trata de una versión “case definitiva” y una “revolución absoluta”, pero en las asociaciones no convence y se lo están haciendo saber con decenas de alegaciones al proyecto. Estos días son jornadas de reunión en los locales sociales por el mismo asunto y con las mismas conclusiones: el gobierno local discrimina al rural de la ciudad, que es quien más necesita y usa el transporte urbano. Las conexiones perdidas con centros de salud e institutos son las que más se resienten para los barrios. Al colegio, de noche José Manuel García, presidente de la asociación vecinal As Laxas, en As Curuxeiras, muestra el descontento generalizado. “Lo más importante de una línea de bus en el rural es ubicar el colegio y el instituto. Los niños que van al Otero Pedrayo, por ejemplo, tienen que bajarse con este plan en la residencia. Y ahora que llega el invierno, habrá días que vayan de noche por ese trayecto o que lleguen tarde”, se queja. Es uno de los barrios que, además, pierde frecuencias. “Ya teníamos prevista una frecuencia cada hora, el problema es que el bus no pasará por donde se necesita. Vamos a alegar porque esto es un sinsentido”, añade. García opina que Jácome tendría que preguntar “primero a los conductores de bus y después a los vecinos”. En la misma línea se manifiestan desde la asociación vecinal de Rairo, que pierde frecuencias con el plan de Jácome: las líneas pasarán cada hora, en lugar de cada 20 minutos. “Reunirémonos para debatir este plan, hai descontento”, adelantan en Rairo. También hay cabreo en la asociación vecinal de As Termas, que atiende a los residentes de las viviendas sociales que hay tras la antigua estación de autobús. Ángel Gómez, presidente de la asociación, convocará en breve una asamblea informativa para explicar la propuesta del Concello y enviar de nuevo sus peticiones. “Levamos insistindo desde 2015, cando se falaba do derribo da estación, en que o noso barrio non pode perder o servizo de autobús urbano. En torno á zona de Praza 200 viven máis habitantes que nalgúns concellos enteiros da provincia. Estamos rodeados por estradas nacionais e se nos suprimen servizos como o urbano quedamos illados”, dice Gómez. Seixalbo reitera su desacuerdo con el nuevo mapa de buses. El presidente de la asociación vecinal de San Breixo, Xosé Carballido, recuerda que “Seixalbo deixa de ter catro autobuses por hora á promesa de dous por hora, polo que insistimos na petición de que se manteñan as frecuencias, polo menos cada 20 minutos”. Desde San Breixo añaden que “de non mellorar, teremos que baixar a Ourense todos xuntos a explicalo”. En este núcleo ven con “preocupación máxima” perder frecuencias muy demandadas que llevan a centros de salud o institutos. Falta información Las dos agrupaciones del perímetro (Miño y Limiar), que engloban a medio centenar de asociaciones, enviarán sus alegaciones al Concello. Por un lado, en la Federación Limiar señalan que “cada asociación hará su propio diseño y se presentará por registro”. Su presidente, Manuel Mosquera, advierte de que es “normal” que “no a todo el mundo le guste”, pero admite que “los más perjudicados serán los del perímetro rural”. Por otro lado, Lorinda Fernández, presidenta de la Agrupación Miño, insiste en que “nos falta información, pero alegaremos de nuevo porque hay líneas que no tienen sentido”. “Por ejemplo, el recorrido desde el Sexto Instituto a Eiroás tardaría muchísimo, daría mil vueltas por el centro. El rural se ve más perjudicado que nunca”. Fernández, que además preside la asociación de Rabo de Galo, señala que en este núcleo “no tenemos bus a primera hora para la gente que va a trabajar y los chavales que van al centro a estudiar lo tienen complicado”.