RUTAS DE VAL E MONTAÑA

Ruta circular en Manzaneda

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photo_camera Curro do toxo.
Manzaneda, un referente del esquí gallego juntamente con Trevinca-Fonte da Coba.

Mientras Manzaneda llegó a constituirse en un gran centro de esquí y de deportes asociados a la montaña, Fonte da Coba, con un solo telearrastre fue languideciendo, a pesar de que había grandes proyectos para convertirla en estación invernal, uno de ellos el del campeón olímpico Fernández Ochoa. No llegó a cuajar, aunque se levantaría un hotel, que no fue adelante por su falta de rentabilidad, pesando un gravamen hipotecario; sobre las ruinas del hotel, un más racional complejo hotelero con unas casas de una planta formando cuadrangular recinto, funcionando intermitentemente, antes el refugio del Club Peña Trevinca. Otro proyecto fue el de Treisa, impulsada por el creador de la estación de Manzaneda, José Luis Outeiriño (Pilís).

La caminata podría ser de dificultad media si la prolongásemos hasta el circo glaciar de Prada, en la falda oriental de esta sierra de Queixa, pero la vamos a dejar de dificultad media-baja, aunque hayan de caminarse unos desniveles como de 300 metros. Partiremos al pie de la misma estación donde se basan las instalaciones, accederemos a la cumbre para bajar faldeando el sur, este y norte de la Cabeza Grande y sus casi 1.800 metros de altitud. Rozando la quincena de kilómetros se convierte esta marcha en llevadera y gratificante y podría emprenderse en cualquier estación. Para los amantes de la nieve, los de la explosión primaveral e incluso el estío, sintiéndose poco el otoño por discurrir entre pinos de repoblación, con ausencia de frondosas para comprobar esos colores con que la naturaleza adorna el paisaje.


Desde el pie de la estación


Nos asentamos en la base del telesilla en el entorno del gran complejo de instalaciones hoteleras y deportivas de todo tiempo: piscinas, pabellón deportivo, canchas de tenis, campo de fútbol, pista polideportiva, tirolina, parque de karts y de aventura, pistas de descenso para bikers, y sobre todo, varios telesillas y cañones para producir nieve… El día que fuimos de caminata, un domingo, centenares de ciclistas de descenso venidos de muchas partes del país, que han convertido aquello en una especie de meta obligada. Por una módica cantidad usan los telesillas que los transportan con sus bicis a la cima y desde allí, para el nivel de cada uno como media docena de trazados que hacen la delicia de estos practicantes que en el paquete pueden incluir hasta la comida en el self service de la Estación.

Cuando emprendimos el camino a sol pleno hubimos de ir atentos a los cruces por la serpenteante pista de la ladera noroeste para no interferir a estos ciclistas cuando pasamos por el chalet refugio del Club Alpino Ourensán sobre la base de uno más modesto, donde íbamos a esquiar cuando era toda una aventura llegar en un autocar al que había que empujar cuando se quedaba atascado antes de dejarnos arriba.


Entre las pistas de esquí y los cañones


Seguimos serpenteando por entre las pistas paralelas a los arrastres, y a veces paralelos nosotros a estos, porque hay opciones varias para alcanzar la cima a donde llegan las telesillas que van soltando bikers por parejas. Nosotros de charleta con los muchachos encargados del telesilla. Tomamos en dirección de la Cabeza Grande, allí a pocos cientos de metros, hasta la llamada pista dos Corzos, la de más dificultad de las níveas y la de la falda dirección oriental para por el sendero encontrarnos donde una piedra hincada que señala la pista por donde descendemos suavemente hacia el curro de Forxán, con previo paso cabe a un pastor de ovejas de estación veraniega o de vinza, suponemos, alternando con otros vecinos el cuidado del común rebaño. Desde este curro que por cercado así llamado y no porque sea para encerrar caballos bravíos en las abundantes rapas das bestas, nos dirigimos hacia el sur y luego este por estrecho sendero entre brezos, ganando unos centenares de metros más abajo la térrea pista que te lleva al curro de Requeixo donde nace el río de tal nombre que pasa por el circo glaciar de Prada, del que hijo este río, dividiendo en dos a la aldea deshabitada hoy.


Vistos los currales, hacia o penedo dos lobos


Hay que retroceder unos 500 metros de pista para seguirla hacia el norte que nos lleva en el casi llano pasando a la vera do Penedo dos Lobos, hasta hace poco escenario de una carrera de montaña así denominada. Nosotros continuamos en este día que ni frío ni calor, o sea frescor bajo el bosque y solaina sin apretar en lo despejado, cuando vamos acercándonos a esa cabaña de pastor en medio de la floresta o del pinar o más bien en medio de las aranderas de cuyos frutos gustamos aunque por pequeños muchos han de comerse para penetrar en su sabor. La arribada a la base de la estación, allí a mano, serviría para aliviarnos con las refrescantes cervezas, comidos media hora antes sentados en un abatido pino, entre más sombra que sol porque ni aquella fresca ni este caluroso.

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