Un grupo de 20 personas siguió desde el exterior del edificio las intervenciones de los sanitarios y bomberos. Algunos, con lo primero que hallaron: zapatillas y bata. Regresaron a sus pisos dos horas después, cuando desapareció el peligro de que se reiniciase el fuego.
Estaba en la cama, sentí un ruido y me desperté. Salí y una vecina me dijo: Sal corriendo que hay mucho humo. Así resumía Gloria Blanco todo lo acontecido cuando aún estaba amaneciendo. Permanecía ante la puerta de su vivienda, una de las nueve del número 51 de la calle Pablo Sexto, y aseguraba haber sentido más miedo que otra cosa, pues pensé en una explosión o algo parecido.
En esos momentos, habían pasado tres horas desde que los vecinos fueron invitados a abandonar sus pisos, a los que regresarían unas dos horas después.
Durante los trabajos de extinción, un móvil sobre una mesa del piso siniestrado comenzó a sonar insistentemente, pero, en ese momento, los moradores ya habían sido evacuados a sendos hospitales y los bomberos se afanaban en frenar la propagación de las llamas.
Los inquilinos del inmueble aguardaron la entrada de nuevo a sus casas comentando la evolución del trabajo de bomberos y sanitarios, algunos en bata y zapatillas, que fue lo primero que encontraron para salir de casa.
Cuando el fuego ya fue controlado, la seguridad del edificio comenzó a preocupar a los vecinos. De hecho, alguno de ellos inquirió preocupado a los bomberos sobre la posibilidad de que las llamas pudieran afectar a la estructura del edificio.
Familiares
Asimismo, Josefa Jiménez, familiar de los heridos, se acercó al piso donde trabajaban agentes de la Policía Local ruesa y de la Guardia Civil especializados en la investigación de las causas de incendios. No están nada bien, comentaba al abandonar el edificio, refiriéndose a sus familiares. También confirmó que las dos mujeres, madre e hija, ingresadas en el Hospital Comarcal Valdeorras lo iban a abandonar en pocas horas.
En esos momentos, habían pasado tres horas desde que los vecinos fueron invitados a abandonar sus pisos, a los que regresarían unas dos horas después.
Durante los trabajos de extinción, un móvil sobre una mesa del piso siniestrado comenzó a sonar insistentemente, pero, en ese momento, los moradores ya habían sido evacuados a sendos hospitales y los bomberos se afanaban en frenar la propagación de las llamas.
Los inquilinos del inmueble aguardaron la entrada de nuevo a sus casas comentando la evolución del trabajo de bomberos y sanitarios, algunos en bata y zapatillas, que fue lo primero que encontraron para salir de casa.
Cuando el fuego ya fue controlado, la seguridad del edificio comenzó a preocupar a los vecinos. De hecho, alguno de ellos inquirió preocupado a los bomberos sobre la posibilidad de que las llamas pudieran afectar a la estructura del edificio.
Familiares
Asimismo, Josefa Jiménez, familiar de los heridos, se acercó al piso donde trabajaban agentes de la Policía Local ruesa y de la Guardia Civil especializados en la investigación de las causas de incendios. No están nada bien, comentaba al abandonar el edificio, refiriéndose a sus familiares. También confirmó que las dos mujeres, madre e hija, ingresadas en el Hospital Comarcal Valdeorras lo iban a abandonar en pocas horas.
