JOSÉ MANUEL SOLLA, MÉDICO COOPERANTE

“Tocan tiempos difíciles, pero la realidad ahí abajo es mucho peor"

02.04.14.ALLARIZ.DOCTOR.SOLLA.
photo_camera José Manuel Solla, médico de Allariz. (MARCOS ATRIO)

El médico pontevedrés afincado en Allariz ha sido uno de los galardonados de los premios solidarios con los que la Fundación Once-Galicia destaca a diferentes personalidades e instituciones gallegas por su labor solidaria

El jurado ha destacado de Solla Camino su "importantísima" labor en el ámbito de la cooperación sanitaria en el Sáhara y Nicaragua, compaginándola con su dedicación como médico de atención primaria en la villa del Arnoia.

Enhorabuena por este nuevo reconocimiento, ¿se lo esperaba?
No, en absoluto. Ni me lo esperaba ni me lo merezco, porque la labor de cooperación en la que participo es algo colectivo. De médicos voluntarios y ahora también de enfermeras. Sin ellos, sin el grupo de voluntarios de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), nada de esto sería posible.


Sin embargo, su labor en Nicaragua ya le ha valido varios premios.


Es cierto, pero lo importante es la cooperación. En Nicaragua se ha desarrollado un proyecto transformador que ha tenido una gran incidencia en el sistema público del país. Comenzamos el proyecto de cooperación en el 2000 en Ciudad Sandino, una zona marcada por la pobreza y la miseria. Cuando llegamos, identificamos que había recursos humanos suficientes, pero poca formación por parte de la administración y también desilusión. Dos años después pusimos en marcha la Unidad Clínico Docente, una estructura docente con labor asistencial y la cantidad de médicos que han pasado por ella es impresionante. A día de hoy, son los médicos locales los que han tomado las riendas de la unidad y nosotros vamos una vez al año y les ayudamos en lo que necesitan. Aunque, por desgracia, la crisis nos ha obligado a paralizar la labor asistencial. A ver si se pone mejor la situación y podemos volver a dar asistencia, porque es muy importante para la zona.


¿La crisis ha llegado a la solidaridad?
Sí. Las entidades han dejado de financiar los proyectos y estamos subsistiendo con nuestros propios recursos y de los socios y el merchandising que hacen los voluntarios. Por suerte, tenemos una generación muy solidaria y comprometida. En la SEMG somos 8.000 médicos y no podemos absorber todo el voluntariado porque no tenemos capacidad económica para hacerle frente. Es sorprendente y de agradecer la capacidad que tienen para poner a disposición sus vacaciones y hasta sus recursos, porque en la actualidad, prácticamente todo el mundo está sufragando sus gastos. Tocan tiempos difíciles, pero la gente no debe olvidar que, aunque aquí la cosa está mal, la realidad ahí abajo es mucho peor.

¿Cuál es la situación en el Sahara?

Llevamos 3 años allí, dentro de un proyecto de cooperación con las seis universidades públicas madrileñas y también con Separ-Solidaria, formando en ecografía y electrocardiograma y es impresionante el rendimiento que está teniendo en tan poco tiempo. El proyecto sigue en desarrollo y lo queremos incrementar con un programa piloto para la informatización de los historiales clínicos. Un registro serio y fiable que nos permitirá conocer qué patologías tenemos allí.


¿Cómo reciben los médicos nativos su inclusión en el país?
Nosotros les enseñamos a pescar, no vamos de pesca con ellos. Es lo que necesitan y así nos lo hacen saber. La respuesta de los compañeros es magnífica, tienen mucho interés, lo valoran mucho y son como esponjas. Al día siguiente ya están poniendo en práctica lo aprendido y ver esas cosas nos estimulan.


Haití fue otro de los lugares donde ha colaborado ¿cómo recuerda esa experiencia?
A los siete días del terremoto, ya estaba en Haití y puedo decir que, personalmente, fue una de las experiencias más bonitas que he vivido nunca. Pero esa experiencia, que se tornó en frustración cuando, cinco meses después, volví al país y vi que la ayuda con la que se habían volcado no se recibió allí. En 2010 volví y pude comprobar que no se han hecho los deberes. No se utilizó el mal que azotó el país para hacer algo llamativo y bueno.

Nicaragua, Sahara, Haití,...¿cómo hace para compaginar su labor de cooperación con su día a día en las consulta de Allariz?
Cuando te gustan las cosas que haces, aprovechas el tiempo. Disfrutas con ello. Sería imposible aguantar el ritmo de otro modo.

¿Que le dicen sus pacientes sobre sus experiencias?
En Allariz están bastante al día, están informados y es de agradecer porque ello ha repercutido en el número de socios alaricanos que tenemos en la fundación, que son bastantes. Y también porque comprenden nuestras ausencias, a pesar de la nula colaboración del Servicio Galego de Saúde (Sergas), que reiteradamente deniega nuestros permisos.

¿A qué se refiere?
Para llevar a cabo los proyectos tenemos que tirar de los días de asuntos propios y vacaciones, porque en Galicia no existe una legislación que aclare esta situación, al contrario que en otras comunidades autónomas donde puedes solicitar un permiso para desarrollar un proyecto de colaboración. Aquí, y viene de atrás, hay buenas palabras pero nada más.

Y, entre toda su ajetreada vida laboral y solidaria, ¿tiene tiempo para el audiovisual?
El cine, con la literatura, es una de mis pasiones. Estudié un año en la escuela de cine y aunque no tuve tiempo para seguir, siempre mantuve el contacto con la gente de la escuela. Un día conocí a Gonzalo Palmeiro y juntos formamos una productora con la que hemos sacado adelante varios proyectos enfocados al ámbito sociosanitario (Los anillos del alma, Claudia 5.0, Ventanas en el cuerpo, Mir). Ahora estamos con un documental con base en el Sahara y, de cara al año próximo, confiamos en presentar el primer largometraje sobre "neuro-ficción".

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