Trinidad Gamarra, médica de Familia en Pontedeva, reconoce la suerte de trabajar en un municipio con pocos habitantes. “En la ciudad no tienen tiempo, tienen agendas imposibles, aquí todavía podemos pararnos para atender a los pacientes. Es un lujo que no sé cuánto tiempo durará”, señala. Aún así, los sanitarios del rural deben desplazarse a otros municipios para sustituir a sus compañeros, lo que supone una sobrecarga. “Ahora mismo estoy cubriendo Padrenda, por lo que tengo las 800 tarjetas de allí y las 400 mías. Es difícil atender a personas que no conoces, te exige un tiempo para leer el historial, ver si han sido ingresados recientemente…”, apunta Gamarra. El envejecimiento de la población en las zonas rurales provoca que muchos de sus pacientes presenten varias patologías. “La mayoría de los vecinos que consulto tiene más de 75 años”, explica. Estas semanas, además, atiende a un elevado número de pacientes covid: “Son síntomas leves, pero tienes que llamarlos todos los días”.
