Crónica

La vuelta urbana más esperada

photo_camera Ciclistas ourensanos de todas las edades disfrutaron este domingo de una intensa jornada en la que la bicicleta fue la principal protagonista. El Día de la Bici de la ciudad" volvió a reunir a numerosos participantes , que completaron un recorrido que los llevó por diferentes puntos de la urbe ourensana.
Tras dos años de inactividad por covid, Ourense volvió a celebrar sobre dos ruedas el Día de la Bici con un circuito en el que cientos de ciclistas, grandes y pequeños, se pusieron detrás de los manillares para pedalear por las calles vaciadas de coches.

No fue un domingo cualquiera para sacar la bicicleta en Ourense. De la usual estampa urbana de ciclistas solitarios o en pareja,  por unas horas algunas calles fueron ocupadas por un pelotón de miles de personas que sobrepasaba en número de deportistas a dos ruedas a cualquier edición del Tour, de la Vuelta o del Giro.

Ya fueran asiduos equipados con maillot y culote o aficionados que desempolvaban sus ciclos a pedales, los participantes en 36ª del Día de la Bici recorrieron un circuito callejero de casi 9 kilómetros por vías que, normalmente, están reservadas a los vehículos de cuatro ruedas.

El acto está englobado dentro de la Semana Europea de la Movilidad, una iniciativa a nivel internacional que busca promover el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano alternativo más sostenible.

Antes del mediodía, en la zona de salida, la comitiva de ciclistas de todas las edades y tipos de bicicletas, se apelotonaban a lo largo de 200 metros a la espera de la señal de salida. La concentración de adultos, jóvenes y niños sobre ruedas se extendía desde la Alameda, siguiendo a lo largo de la calle Progreso, hasta el cruce con Concordia.

A las 12,00 horas se dio el pistoletazo de salida. La respuesta a la señal no fue un acelerón, sino la parsimonia de un tranquilo paseo. Aunque, eso sí, no faltó algún que otro acelerado  que adelantaba peligrosamente al resto de ciclistas.

Con todo, el espíritu competitivo estuvo en minoría y el carácter fue ocioso y amable, donde todos fueron bienvenidos: desde el pequeñín en bicicleta con ruedines a la madre que tiraba del remolque en el que llevaba a sus hijos.

Los protagonistas indiscutibles fueron los más jóvenes, sobre todo aquellos que daban sus primeras pedaladas sobre el asfalto. Además de diversión, algunos tramos presentaron un reto para los novatos que, al subir las cuestas, tuvieron que pedir un empujoncito.

Por su parte, los padres también destacaron a nivel atlético por llevar a sus criaturas a modo de paquete tras ellos. Otros, en cambio, tiraban de remolques o, como se pudo ver en el caso de una madre muy entregada, empujando un cesto con tres pequeños.

Uno de los trechos más vistosos fue el del Puente del Milenio, que ofrecía un panorama de los dos lados del Miño, cuyas aguas rugían al pasar bajo la pasarela. Del lado norte del río se formaron algunos atascos en las pendientes de la calle Río Arnoia y en Vicente Risco, junto al Parque da Ponte, puntos donde algunos, tras más de cinco kilómetros, aprovechaban para descansar un rato.

De nuevo en Progreso, a pocos metros de la meta, un grupo de viandantes estalló en aplausos y gritos de ánimo a los participantes del circuito, en una escena que no tenía mucho que envidiar de escenas propias de retransmisiones de las carreras del deporte de élite.

Tras atravesar la línea de meta, se oían exclamaciones por parte de amigos y parientes que felicitaban a los niños que acababan su primer circuito. Esta nueva generación parecía la promesa de un futuro en el que la bicicleta tendrá mayor peso en el transporte urbano.

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