A mi paso por Castilla oí el refrán popular: “lo prometido es deuda”. Quiero hoy dar cumplimiento a mi promesa del otro día y hablar de lo que aquí, en Galicia, viene denominado nébeda o néboda, o como a mí me gusta llamarla “hermana nébeda”, pues para mí, todos los seres creados son hermanos y hermanas.
Se trata de una planta herbácea, aromática y perenne, perteneciente a la familia de las Labiadas, que abunda en bosques, bordes de caminos e incluso muros. Sus hojas, con un pequeño tallito y dispuestas opuestamente, son ovaladas o redondeadas, ligeramente dentadas por su margen y suaves al tacto, de color verde oscuro por la parte superior y blanquecinas por la inferior. Al restregarlas entre las manos desprenden una suave e inconfundible fragancia que recuerda a la menta, pero con un toque anisado y un ligero aroma a orégano. Sus flores, de color blanco o violeta, aparecen a finales de la primavera o principios de verano y perduran hasta inicios de otoño.
A causa de las semejanzas botánicas entre las diversas especies y subespecies, esta planta viene designada científicamente con diversos sinónimos, lo que a veces crea cierto desconcierto a la hora de catalogarla. Así, se suele aludir a la nébeda con el nombre de Clinopodium nepeta, Satureja nepeta, Calamintha nepeta y otros. Además, esta confusión es aún mayor si se tienen en cuenta sus usos afines y los nombres comunes con los cuales se la designa en cada país, región o zona.
Etimológicamente, el nombre Clinopodium, usado por Pedanio Dioscórides Anazarbeo en su obra De materia medica, deriva del griego klino que significa “pendiente” y podios “un pie”. Este médico de origen griego, gran conocedor de las plantas, que ejerció como cirujano en el ejército romano en tiempos de Nerón, llegó a afirmar, quizás en modo exagerado, que se trataba de una planta con la que se podía atajar todo mal.
El término específico, nepeta, hace referencia a la ciudad etrusca de Nepi, muy cercana a mi tierra natal, y famosa por sus aguas minerales. Fue usado, en el mismo siglo I, por el escritor y naturalista romano Gaio Plinio Secondo, conocido como Plinio el Viejo, para referirse a la menta de los gatos o “herba gateira” (Nepeta cataria), llamada así por llevar a los gatos que la ingieren a un estado de sinsentido a causa de sus efectos embriagadores. Nepeta, también podría provenir del latín “nepa”, que significa escorpión, por la antigua creencia de que esta última variedad curaba de la picadura de los escorpiones.
El sinónimo Satureja hace referencia a “salado”. A su vez, Calamintha, procede del griego kalos, que significa “hermoso” y minthe que significa “menta”, aludiendo a la belleza de esta planta y su característico aroma.
La nébeda es una de las múltiples hierbas que hacen parte de la cocina tradicional. Comprobé que aquí se usa para condimentar las castañas cocidas, pues además de hacerlas más digeribles, realzan su sabor. Supe, también, que en otras comarcas se usa con este objetivo la hierba de anís o hinojo salvaje, conocida como “fiuncho”. En cambio, en diversas zonas de mi tierra, para cocer las castañas se usan hojas de laurel.
La nébeda se utiliza además en algunas circunscripciones para condimentar el típico postre de carnavales conocido con el nombre de “bandullo”, para aromatizar otros dulces o para elaborar los “bolos do pote”, masa hecha con harina de maíz y trocitos de tocino que se echan en el caldo. La infusión de sus hojas y tallos, frescos o secos, sirve para combatir el catarro y la bronquitis. Asimismo, es antidiarreica y digestiva. Si se desea conservar durante todo el año conviene recogerla en la luna de agosto. Oí que en algunas zonas de las montañas gallegas se usaba antiguamente para los dolores del parto.
Sin duda, que a mi regreso a Asís le sugeriré al hermano encargado del huerto, que además de cultivar legumbres, deje un espacio para esta humilde y útil especie.
