La invasora mimosa

El género Acacia, comúnmente conocida como “mimosa”, es una planta originaria de Tasmania, Australia, perteneciente a la familia de las Fabáceas e introducida en Europa como ornamental. Se encuentra ampliamente naturalizada en Galicia y su presencia en las laderas es una imagen habitual del paisaje. Es terriblemente invasora y con gran capacidad de rebrotar después de incendios, roturaciones y talas. Su incontenible expansión, además de haber alcanzado niveles de plaga, como bien saben todas las comunidades de montes, constituye una grave amenaza para el ambiente, ya que, entre otras cosas, afectan a la disponibilidad de agua, alteran la fertilidad del suelo e inhiben cualquier posible competencia con la vegetación autóctona. Y, además, sus efectos pueden perdurar varios años tras ser arrancadas. 

De los cientos de especies de acacias existentes en el mundo, tres de ellas son las más frecuentes en Galicia: la Acacia dealbata o acacia de hoja azul, en menor medida la Acacia melanoxylon o acacia negra y la Acacia longifolia o acacia blanca presente en algunas zonas costeras. Estas dos últimas presentan hojas sencillas que en realidad son falsas hojas.

La primera, la Acacia dealbata, llamada también acacia mimosa, mimosa común, acacia australiana, aromo o acacia francesa, es la más conocida, sobre todo en la cuenca media del río Miño en Orense, en la cuenca del Sil, en la comarca de Verín y en las Rías Baixas. 

El nominativo acacia, le fue dado por el botánico y médico griego Dioscórides, que vivió en la Roma imperial en tiempos de Nerón. Deriva del griego akakia, que significa “espina” y que podría aludir al carácter espinoso de algunas de sus especies. El epíteto dealbata proviene del latín y significa “blanquecino”. Es una planta de crecimiento rápido, preferentemente en terrenos ácidos, drenados y frescos. No soporta las heladas, pero sí las sequías.

Dado que su corteza, lisa y gris claro, contiene abundantes taninos, ha sido muy utilizada en la industria del curtido de pieles.  Sus hojas son de color verde plateado y están compuestas por muchas hojitas dispuestas perpendicularmente a la nervadura principal. La gran cantidad de flores, que se agrupan en formaciones globosas de color amarillo intenso y agradablemente perfumadas, le confieren un encanto especial. Florecen entre febrero y marzo aunque, debido posiblemente al cambio climático, actualmente en algunas zonas comienzan a florecer a finales de diciembre. Las abejas se aprovechan del polen y del néctar. El fruto es una vaina que al madurar adquiere una coloración negruzca. Sus numerosísimas semillas mantienen su potencial de germinación en el suelo durante varios años. 

De sus flores y sus brotes se obtienen aceites esenciales que son excelentes tranquilizantes en casos de estrés y ansiedad. Se usan además en cosmética para perfumes, masajes y baños aromáticos. También para obtener goma arábiga, que se emplea para fabricar medicamentos, colorantes y golosinas. Asimismo, esta especie ha sido utilizada para fijar el terreno, sobre todo en taludes de carreteras y ferrocarril, gracias a que sus fuertes raíces retienen el terreno. 

Se sabe que los sarcófagos egipcios, que contenían las momias, eran de madera de acacia, seguramente por su resistencia a la putrefacción. También lo usaban para construir embarcaciones. 

En las Sagradas Escrituras, la acacia, aparece frecuentemente citada. Así, en el libro de Éxodo se dice que su madera se empleó para hacer el Arca de la Alianza (Ex 25,10 y 37,1) y otros objetos sagrados como: la mesa del pan de la proposición, los altares, los varales para llevar el arca, las columnas para la cortina, los bastidores y los travesaños que los ensamblaban. También se hace referencia a ello en el libro del Deuteronomio. El profeta Isaías afirma que Dios pondrá en el desierto acacias (Is 41, 19) y el profeta Joel hace referencia al Valle de las Acacias (Jl 4, 18). Acacia es, además, nombre de mujer.

Las flores de las mimosas una vez cortadas duran muy poco. Para su mayor conservación en floreros, se recomienda ponerlas en sitios iluminados y en agua limpia con unas gotas de limón. 

En mi tierra natal, Italia, todos los años, el 8 de marzo, Jornada Internacional de la Mujer, se regalan ramos de mimosas a las mujeres y se elabora una tarta riquísima designada con el mismo nombre de “mimosa”. 

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