En algunas empresas se les echará más de menos que en otras, normalmente en virtud del volumen de trabajo que hayan sido capaces de asumir
"Mucha suerte". Esas son las últimas palabras que escucha un becario antes de cruzar la puerta de salida de la empresa que le ha visto aprender durante los meses de verano, que ya han volado y a partir de ahora pasan a ser otro remiendo en su joven carrera y, a su vez, un recuerdo en la empresa.
En algunas se les echará más de menos que en otras, normalmente en virtud del volumen de trabajo que hayan sido capaces de asumir, pero lo que está claro es que, hayan trabajado mucho o poco, los que más añoran el madrugar son los jóvenes profesionales del mañana.
"Había muy buen ambiente, a veces el trabajo de los becarios era algo repetitivo, pero teníamos muy buen ambiente", recuerda Javier Sánchez, un joven de Valladolid que ha pasado el verano en Madrid trabajando para la productora Mediapro en uno de los programas revelación del verano, "Tvemos".
Para él es el primer verano que hace prácticas, pero no el primer verano que -valga la contradicción- se queda sin verano, puesto que el año anterior confiesa haber estado trabajando de camarero en Francia, donde el sueldo era bastante mejor, un motivo insuficiente si lo enfrentamos con su pasión, el trabajo para el que estudia. "Si me renovaran en esto, encantado", admite sin dudar Sánchez.
Igual de satisfecha si hubieran renovado su contrato de becaria en TVE estaría Iera Herranz, otra universitaria que este año ha padecido el calor madrileño trabajando y que, pese al sacrificio que supone renunciar a las vacaciones, guarda un gran recuerdo de su experiencia.
"Te da pena, porque, justo cuando empezabas a sentirte integrado, se acaba, da pena acabar con la que ha sido tu rutina durante dos meses", confiesa Herranz, quien no disfrutará ni de un día de verano puesto que nada más terminar ha conseguido otras prácticas, por eso de no perder comba.
Por su parte, Inés Burgueño ha ido un paso más allá este verano al compaginar dos prácticas relacionadas con el mundo audiovisual de forma simultánea, una por la mañana y otra por la tarde.
"He podido con las dos sin morir en el intento", ríe Burgueño, quien mantendrá uno de estos dos contratos hasta el ocaso de septiembre pero que también recuerda su adiós en el otro trabajo.
"Fue como si no hubiera estado allí, porque es una empresa muy grande por la que pasan muchísimos becarios", argumenta la joven, quien ya es consciente de que su próxima despedida "será diferente".
También con pena por haber acabado ha quedado Mónica Contreras, una futura psicóloga por la Universidad Autónoma que este verano se ha expuesto por primera vez a su realidad profesional más allá de la teoría de los libros.
Le ha gustado y no olvida una experiencia que califica como "estupenda" y como "una gran oportunidad".
"Cuando acabé, les dije que si podía volver y ahora, cada vez que puedo, me paso a saludar y pregunto por cómo van los pacientes", relata Contreras, quien con esto refleja una actitud más propia de una profesional que de una estudiante.
Mejor suerte ha corrido Víctor Ortiz, quien desde agosto se ajusta traje y corbata todas las mañanas para acudir como becario a la financiera Ahorro Corporación, donde permanecerá hasta fin de año.
"Lo mejor de ser becario en verano es que empiezas a poner en prácticas tus conocimientos; lo peor, que no tienes vacaciones", resume el joven, quien rememora con humor que durante los días de ola de calor "hubo que buscar camisas más finas".
Ortiz aún tiene por delante margen para aprender, pero muchos salieron por la puerta el día 31 de agosto para no regresar al día siguiente, lo que despierta reacciones que van desde "las lágrimas que se les saltaron a las jefas" el día que Sánchez y el equipo terminaron su programa hasta la indiferencia que vivió Burgueño.
Pero ya se sabe, aunque haya quien no lo reconozca aún, algo se muere en el alma cuando un becario se va.
