La “herba dos carpinteiros”

Un ejemplar lleno de pequeñas flores amarillas.
photo_camera Un ejemplar lleno de pequeñas flores amarillas.

La leyenda cuenta que San José se hirió trabajando en su carpintería y su hijo Jesús lo curó con esta planta, de ahí su nombre

La Achillea millefolium conocida en castellano como aquilea, milenrama, hierba de las heridas o flor de la pluma, y en gallego como centoenrama, herba dos carpinteiros, herba das cortadelas, herba dos golpes, herba dos soldados, herba da rula, milfollas, milfollo o, en algunas zonas de la montaña lucense, como piorniña, es una planta herbácea perenne de origen euroasiático perteneciente a la familia de las Asteráceas o Compuestas. Actualmente, está presente en todos los continentes. En Galicia, se encuentra la subespecie millefolium. Es ligeramente aromática y crece en prados, campos de cultivo o incultos, en márgenes de caminos, carreteras y arroyos, laderas de montaña y claros de zonas arbustivas, en general en zonas húmedas y soleadas.

Etimológicamente, el nombre genérico achillea le fue dado en honor del héroe mitológico griego Aquiles, quien, según algunos autores clásicos aprovechó el poder de la planta para detener las hemorragias de muchos de sus soldados heridos en la guerra de Troya y, también, las del rey Télefo de Micenas. De hecho el nombre de herba dos soldados se debe a que estos solían llevarla consigo como remedio en caso de necesidad de curar las heridas sangrantes. El epíteto millefolium deriva del latín y significa “mil hojas”. El nombre de herba dos carpinteiros se debe a una leyenda de origen francés, según la cual San José se hirió trabajando en su carpintería y su hijo Jesus lo curó con esta planta.

De sus rizomas estoloníferos salen uno o varios tallos erectos, estriados y un poco pilosos, como aterciopelados, que rara vez se ramifican. Sus hojas son alternas, de color verde oscuro y están muy divididas en finos segmentos lineales, dándole un aspecto plumoso. Sus flores, pequeñas y de color blanco, amarillo o rosado, se presentan reunidas en capítulos circundados por cinco lígulas, cada una con tres dientes. El conjunto de capítulos constituye una inflorescencia racemosa y aplanada. Florece a partir del mes de mayo. El fruto es un aquenio ovoide y grisáceo.

La milenrama ha sido utilizada en la medicina popular desde la antigüedad. Atendiendo a hallazgos en yacimientos arqueológicos, parece ser que era bien conocida por el hombre de Neanderthal y que en el neolítico ya se empleaba con fines curativos formando parte de una cultura farmacológica primitiva. En el siglo I, el griego Dioscórides hacía referencia a ella como un eficaz coagulante de la sangre. En el siglo X, el eminente médico, filosofo, astrónomo y científico persa Avicena empleaba la raíz de la planta, reducida a polvo, para curar erupciones de la piel. La alemana Hildegarda de Bingen, en el siglo XII, afirmaba además que alargaba la vida y mejoraba el estado de ánimo. Los monjes benedictinos de Baviera la usaban sus hojas para aderezar quesos. En el siglo XVI el botánico alemán Adamus Lonicerus se refería a ella subrayando su capacidad de estimular el apetito. Especialmente sus flores, eran muy valoradas y conocidas por sus propiedades diuréticas, digestivas y tonificadoras de la circulación sanguínea. En la mujer atenúa los dolores menstruales, y es eficaz tanto en la menopausia como en el flujo sanguíneo del útero. En uso externo, detiene las hemorragias y actúa contra las varices y las hemorroides. Machacando la planta y aplicando directamente su jugo sobre las heridas sangrantes es cicatrizante. Tiene acción antiinflamatoria, antiespasmódica, antipirética, y antibacteriana. Asimismo, es un efectivo protector hepático y se recomienda en casos de gastritis, náuseas, vómitos, malas digestiones y falta de apetito. Cura las llagas y aftas bucales. También son conocidas sus propiedades astringentes, tomando la infusión resultante de la cocción de sus sumidades floridas en casos de descomposición o diarreas. Con la infusión, al modo de la camomila, se pueden hacer enjuagues para calmar el dolor de muelas. En algunas localidades de Galicia se usaba para disolver quistes del aparato reproductor femenino, dándose un baño durante unos veinte minutos en el macerado de doce horas de los extremos florales, envolviéndose después en una manta y sudando una hora. En el mundo rural, también se empleaba para la curación de heridas del ganado. No obstante, se debe tener en cuenta que la manipulación de la planta fresca puede producir dermatitis de contacto.

Para todos estos fines curativos, se deben desmochar las flores de las cabezuelas acompañadas de una pequeñita porción del tallo, y dejarlas a secar. Después se deben guardar en frascos herméticos, para ir utilizándolos bien en forma de infusiones, pomadas, tinturas, vinos o jarabes.

En varias ocasiones, durante mi peregrinación a la tumba del apóstol Santiago, tanto yo como mis acompañantes, acudimos a esta planta para curar las llagas de los pies, bien mediante baños en decocciones de las flores y de las hojas o mediante la aplicación de compresas mojadas con una infusión de las hojas a las que añadíamos miel.

La milenrama es, asimismo, una planta melífera. Sus hojas se pueden consumir en ensaladas o cocidas como verduras. Por su sabor amargo, también se puede utilizar en la elaboración de algunos licores como la ratafía, y otros aperitivos o digestivos, así como sucedáneo del lúpulo en la fabricación de la cerveza. En cosmética viene utilizada para laborar jabones, cremas hidratantes y dentífricos. También es utilizada en jardinería.

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