La Tradescantia fluminensis, conocida en castellano con una amplia gama de nombres, entre los cuales amor de hombre, desgracia, flor de Santa Lucía blanca, hierba de araña errante, lengua de la mujer, pamplinas o quesadillo, y en gallego orella de gato o herba da fortuna es una planta herbácea perenne, de crecimiento rápido y expansivo, originaria de Sudamérica, desde el sureste de Brasil hasta Argentina, perteneciente a la familia de las Commelináceas.
Fue introducida en Europa en el siglo XVIII como planta ornamental, donde, traspasando la barrera de los jardines, se ha asilvestrado o naturalizado. Por ser muy colonizadora, en algunos países está catalogada como especie invasora. Es muy común en Galicia donde también es frecuente verla en las casas, en macetas colgantes, como planta ornamental de interior. Crece formando densas matas cubriendo, a modo de tapiz, cunetas, taludes, basamentos de los muros, márgenes de ríos y bosques. Generalmente se desarrolla bien en terrenos ricos en materia orgánica, umbríos, resguardados y húmedos, por lo normal a la sombra de los árboles, impidiendo el crecimiento y regeneración de las especies autóctonas. También puede sobrevivir en terrenos arenosos, siempre y cuando tenga asegurado el aporte hídrico. Asimismo, tampoco necesita un sustrato para desarrollarse, ya que puede crecer directamente en el agua. La manera más eficaz de controlar su potencial invasor es mediante el sombreado artificial o una cuidadosa retirada manual, evitando que queden en el suelo restos de los tallos. En muchos ríos gallegos, dada su proliferación, se han elaborado planes para su erradicación. En el caso de uso de herbicidas hay que tener presente que éstos afectan también a la flora nativa.
Etimológicamente su nombre genérico tradescantia le fue puesto en honor al naturalista y jardinero inglés John Tradescant padre; el epíteto fluminensis le fue dado por el nombre latino de la ciudad de Rio de Janeiro, es decir, Flumen Januarii. A su vez, el nombre común de “amor de hombre”, debido a que esta planta tiene gran capacidad de dispersión y cubre todo el terreno en el cual permanece poco tiempo, lo comparte también con otras dos especies, la Tradescantia zebrina y la Tradescantia pallida. El de “flor de Santa Lucía blanca” se debe al uso medicinal que se hace en algunos países del extracto de sus hojas como colirio, ya que Santa Lucía es la santa protectora de la vista. El de “oreja de gato“ hace referencia a la forma de sus pétalos y a pilosidad de sus estambres.
Se trata de una especie rizomatosa provista de tallos carnosos, de porte rastrero o ascendente, muy ramificados, revestidos de una ligera pelusa. Las raíces emergen de los nudos inferiores. Los tallos presentan una franja de pelos situada por debajo de cada nudo en la zona opuesta al limbo de la hoja. Sus hojas, oval lanceoladas, carnosas, con el ápice agudo, brillantes y de color verde intenso, son alternas; presentan una vaina con pelos que envuelve la base de los entrenudos. Las flores, de color blanco, se presentan en inflorescencias axilares y terminales, y permanecen por poco tiempo sobre la planta. Tienen tres pétalos triangulares puntiagudos y seis estambres libres rodeados de pelos. El fruto es una cápsula formada por tres lóbulos cada uno de los cuales contiene dos semillas de aspecto rugoso. Además, se reproduce también por esquejes: pequeños fragmentos de tallo pueden permanecer viables durate un tiempo y emitir raíces facilmente. Florece durante la primavera y el verano. Es muy sensible tanto a las heladas como al sol intenso o al sombreado total.
Parece ser que en algunos países de origen se han usado las hojas machacadas para cicatrizar heridas. Asimismo, para comerlas crudas o cocidas, o para elaborar cremas y patés. En todo caso, de ser así, debieran usarse con moderación ya que contienen ácido oxálico, sustancia que consumida en exceso puede provocar la aparición de piedras en el riñón. Las flores se pueden comer crudas, aunque también se pueden cristalizar con el fin de decorar platos. Estudios más recientes afirman que se trata de una especie que actúa como bioindicador ambiental sensible de los efectos de las sustancias genotóxicas, es decir aquellas que pueden unirse directamente al ácido desoxirribonucleico (ADN) o actuar indirectamente en la réplica de este, provocando como consecuencia mutaciones. Según la opinión de algunos investigadores la “oreja de gato” contribuye a purificar el aire de radiaciones de naturaleza electromagnética producidos por los electrodomésticos, ordenadores, teléfonos móviles, dispositivos antirrobo y otros aparatos.
La Sociedad Americana para la prevención de la crueldad hacia los animales la clasifica como ligeramente tóxica para perros y gatos.