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El liderazgo no es un concurso de popularidad

Los líderes deben inspirar, motivar y ayudar a su gente a innovar y crear cambios que ayudarán a crecer y dar forma al éxito futuro de la empresa.

En la hoja de ruta de empresas e instituciones cobra cada día más presencia, más si cabe tras el impacto que ha supuesto para todos la pandemia, una redefinición de las prioridades que respondan a aspectos tan relevantes como la inestabilidad social y económica, la desigualdad social o aspectos relacionados con el impacto que está teniendo el cambio climático. 

Las organizaciones tienen muy interiorizado el papel que desempeñan como motor de cambio y, el propósito corporativo, la reputación y el liderazgo responsable se posicionan como los aspectos clave de su transformación. 

Según las últimas tendencias, el propósito corporativo se consolida como un pilar de éxito y sostenibilidad. Cada vez es más necesario contar con una visión integrada sobre el valor que aporta una compañía al mundo. Ser una empresa con propósito está cada vez más demandado por los propios equipos que conforman las compañías, por los inversores, e incluso los clientes, que requieren organizaciones que asuman un rol activo como motor de cambio. 

Está más que demostrado que la sociedad exige más compromiso a las empresas y, gestionar la reputación y los intangibles es totalmente estratégico para los negocios, y aquí cobra especial relevancia una buena gestión de la comunicación. 

Cuando hablamos de la reputación de las organizaciones, la visibilidad y reconocimiento de sus líderes es un elemento cada vez más relevante. Un líder debe apostar por el talento diverso como factor de competitividad y poner a las personas en el centro en la toma de decisiones. Las políticas de inclusión y diversidad ayudan a construir equipos motivados y empresas de éxito, lo que revierte en beneficios para toda la sociedad. 

Como avanzaba, la comunicación, y concretamente la del líder, se vuelve fundamental, diría que crítica, tanto con su equipo de trabajo como por supuesto de cara al exterior. El término “jefe” en nuestra sociedad, se ha convertido en algo totalmente obsoleto, algo que recuerda a los antiguos patrones de liderazgo. Hoy en día se buscan más líderes que jefes. Un buen líder sabe escuchar a su equipo, en definitiva, tomará decisiones teniendo en cuenta la opinión de los demás. El líder debe servir de guía y ayudar a establecer un diálogo. Además, debe ser inclusivo con el objetivo de crear un vínculo con el resto del equipo y que se sientan valorados y partícipes.

Cada vez vemos más un liderazgo empático en las organizaciones, que sabe escuchar, que está conectado con los intereses de su equipo y que adopta una visión a largo plazo y de valor para todos. Los líderes deben inspirar, motivar y ayudar a su gente a innovar y crear cambios que ayudarán a crecer y dar forma al éxito futuro de la empresa. 

Tan importante es que un líder cuente con buenos skills en la comunicación con su equipo como con sus stakeholders. Un buen líder debe desarrollar una comunicación basada en la transparencia y el ejemplo que ayude a aportar autenticidad y credibilidad no solo para él sino también para la compañía a la que representa. 

El entrenamiento de un buen líder en habilidades comunicativas es un factor super necesario que incluye afianzar actitudes como seguridad y conocimiento del tema al aparecer ante los medios de comunicación, participación activa en eventos, convertirse en imagen de la compañía y ejercer como portavoz de esta allí donde acuda. El líder debe conectar con el mundo. 

Como apunta uno de mis escritores de cabecera, Robin Sharma, el liderazgo no es un concurso de popularidad; trata de dejar tu ego en la puerta. El nombre del juego es “Liderar sin título”.

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