Los marroquíes no creyentes salen del país por el Ramadán

Muchos marroquíes no practicantes del islam y con medios económicos holgados viajan al exterior durante el mes de ayuno de Ramadán para evitar la presión que obliga a cumplir las tradiciones de esta época sagrada. Algunos de ellos, como la psicóloga Btisam Lashguer, critican 'la intolerancia social' contra quienes no practican el ayuno y el 'aumento de la agresividad' en las relaciones sociales durante este mes, en el cual está prohibido comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del Sol.
'Me siento atrapada en una creencia colectiva que no es la mía', aseguró Lashguer, de 35 años, para la que 'creer o no creer debería permanecer en la esfera privada de la gente', y por ello el Ramadán, que en Marruecos se inició el pasado jueves, es a su juicio 'un periodo sintomático de agresión a la libertad de conciencia'.

El ayuno es el tercer pilar del islam y su violación durante este noveno mes del calendario musulmán es la que más se castiga socialmente y puede acarrear, según el código penal marroquí, penas de hasta seis meses de prisión. El sociólogo Abdesamad Dialmi dice a Efe que 'el individuo está obligado a cumplirlo por religión y por ley', lo que explica según él que 'algunos marroquíes -sobre cuya cantidad no existen cifras oficiales- se alejen de su país en este periodo'.

El animador cultural Munir Keji, en Ramadán, prefiere viajar a países europeos por las dificultades que encuentra 'para resistir la presión social'. 'Igual que yo, muchos de mis amigos cruzan el Estrecho para gozar de su libertad sin presiones', asegura el joven, que desde hace tres años pide sus vacaciones anuales expresamente durante Ramadán.

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