Pedro Antonio Pérez García tiene 67 años y hace tres meses apenas podía caminar y los médicos le dieron semanas de vida hasta que se arriesgó a ser el primer español con un corazón artificial. Ahora su vida es normal y sólo le prohíben conducir. Pedro relató ayer su experiencia en el madrileño hospital 12 de Octubre.
Esta técnica se implantó ya a más de 7.500 pacientes en el mundo. Es un dispositivo de titanio con dos cánulas de entrada y salida al corazón, con un motor-bomba eléctrico que impulsa sangre al interior del órgano. Se coloca en el pecho y lleva en el exterior del cuerpo un cable conectado a la unidad de control. Esta unidad es una batería eléctrica que se enchufa a la red eléctrica, si el paciente está en su domicilio, o en dos baterías recargables con una autonomía de 12 horas que permiten al portador del corazón artificial desplazarse y llevar una vida lo más normal posible.
