EL espectáculo Juana V Centenario, Juana la Loca deleitó a más de 2.5000 espectadores que disfrutaron de la bailaora flamenca Sara Baras, que recreó el amor y desamor de la reina con Felipe el Hermoso en Santiago.
La bailaora Sara Baras llenó de arte la Plaza de A Quintana con su espectáculo Juana V Centenario, Juana la Loca, en el que recreó el amor y desamor de la reina con Felipe el Hermoso, a través de diferentes palos del flamenco que asombraron a los más de 2.500 asistentes. La artista gaditana hizo su aparición descalza sobre el escenario compostelano y, tranquilamente, se puso ante los espectadores los zapatos de tacón que la convirtieron en una Juana I de Castilla pasional y enérgica.
Acompañada por un elenco de bailarines y por un grupo de músicos que tocaron y cantaron en directo, Sara Baras narró, con taconazos de flamenco mezclados con pasos de danza contem poránea, cómo Juana la Loca se enamoró de Felipe El Hermoso, interpretado por el bailarín José Serrano. La artista combinó su arte al bailar con su expresividad y cautivó a los espectadores, a los que transmitió la rabia del engaño amoroso, el dolor de perder a una madre, las emociones de un embarazo o la amargura y locura que le produjo la muerte de su esposo, Felipe El Hermoso.
A pesar de que hubo algunos acoples de sonido, los músicos y las potentes voces flamencas del espectáculo contribuyeron a emocionar al público con la historia de Juana La Loca. La escenografía, tan sencilla como suficiente, permitió que el vestuario de Sara Baras y de los bailarines que la acompañaron en algunas de las escenas llenase de color y volúmenes el escenario de A Quintana, que se convirtió en un tablao durante una hora y media de espectáculo.
Acompañada por un elenco de bailarines y por un grupo de músicos que tocaron y cantaron en directo, Sara Baras narró, con taconazos de flamenco mezclados con pasos de danza contem poránea, cómo Juana la Loca se enamoró de Felipe El Hermoso, interpretado por el bailarín José Serrano. La artista combinó su arte al bailar con su expresividad y cautivó a los espectadores, a los que transmitió la rabia del engaño amoroso, el dolor de perder a una madre, las emociones de un embarazo o la amargura y locura que le produjo la muerte de su esposo, Felipe El Hermoso.
A pesar de que hubo algunos acoples de sonido, los músicos y las potentes voces flamencas del espectáculo contribuyeron a emocionar al público con la historia de Juana La Loca. La escenografía, tan sencilla como suficiente, permitió que el vestuario de Sara Baras y de los bailarines que la acompañaron en algunas de las escenas llenase de color y volúmenes el escenario de A Quintana, que se convirtió en un tablao durante una hora y media de espectáculo.
