La octava edición de la vuelta cicloturística a la comarca de Monterrei congregó a 180 ciclistas llegados desde lugares que ni la propia organización podría sospechar, como el participan te con residencia en Reus
La organización de la octava edición de la marcha cicloturística al Val do Támega no salía en la tarde de ayer de su asombro, no solo por el número de participantes, que cada año se incrementa en una veintena, sino también por el lugar de residencia de algunos de ellos. Los más de cien kilómetros de los que constó la ruta fueron recorridos, además de por muchos ourensanos y gallegos, por inscritos llegados de lugares tan remotos como la localidad de Reus, en Tarragona, o el País Vasco, que envió también a siete representantes.
La jornada arrancó pasadas las nueve de la mañana en la plaza García Barbón de Verín. Hicieron madrugar al regidor de la villa, Gerardo Seoane, quien ofició el protocolario corte de la cinta que permitía la salida de los ciclistas. Desde allí, sin ni el más mínimo ánimo competitivo, rumbo a Laza por Arcucelos, para subir hasta Vilar de Barrio por la cuestecita de la Alberguería. Desde el municipio del sempiterno Julio Pérez, el pelotón se dirigió a Viladerrei por Sarreaus, para concluir el recorrido en el monumental castillo de Monterrei. El premio para los inscritos, una fabulosa churrascada en los patios del Princesa de España de la villa. Allí repusieron fuerzas el más vetusto de ellos, de 67 años, y las cinco mujeres participantes, entre otros.
