Llegan los ultreyas

El barco que trasladaba la expedición estudiantil.
El viaje que recordamos hoy lo realizaban en 1932 un grupo de alumnos pertenecientes a varios institutos de Galicia, entre ellos el de Ourense. La expedición se prolongó durante quince días y recorrió el litoral de las Rías Baixas.
El viaje de estudiantes por el litoral de las Rías Baixas estuvo organizado por ilustres profesores de Instituto y destacados galleguistas, como Parga Pondal, Martínez López y el ourensano Álvaro de las Casas, que fue el encargado de escribir el diario de a bordo que se publicaría en el periódico El Pueblo Gallego de Vigo. El viaje tenía una finalidad pedagógica en la que los 22 chicos, todos varones, entre los que se encontraba Isaac Díaz Pardo, pertenecientes al grupo juvenil galleguista conocido como Los Ultreya, estudiarían y observarían la naturaleza, además de pasarlo lo mejor posible.

El velero, construido en 1920, con 15,25 metros de eslora, tenía el nombre de Joaquin Perez, contaba con tres tripulantes y fue cedido para la aventura pedagógica por un armador de Muros. Fue el primer barco de la historia en el que ondearía la bandera gallega, lo cual causó más de un problema a los viajeros.

Los cursis de Sanxenxo

Durante los quince días hicieron escala en Muros, Ribeira, Rianxo, Cambados, O Grove, Portonovo, Bueu, Ons y Vigo, donde era recibidos por los Ultre yas y galleguistas locales y en algunos casos por las autoridades. En su honor se organizaban bailes, comidas y visitas instructivas.

En su diario (que se conserva en la Biblioteca de la Diputacion de Ourense ), De las Casas cuenta la vida a bordo y en tierra, y recalca que a bordo ‘ni por casualidad hablamos de política’. Se levantaban a las cinco de la mañana, hacían gimnasia, recogían minerales y plantas para estudiarlas, se bañaban y acababan el día agotados de tanta actividad.

Cuando bajaban a tierra el recibimiento, a veces, era espectacular. En Ribeira los conserveros les regalaron 100 latas de conservas y dos congrios enormes. En A Toxa el catedrático Martínez López se consuela de tanta austeridad dándose una comilona con buenos vinos de la tierra . En Sanxenxo se organiza en su honor un baile en la playa al que acude todo el pueblo menos los veraneantes con los que don Alvaro se muestra crítico y hasta un poco cruel cuando escribe: ‘Cursis de todo por 40 duros, que creen perder sus prestigios de barrio si se apartan de las tertulias porteriles de la playa.

Los problemas más graves de la travesía los produjo el motor, que más de un día sin viento se negaba a funcionar. Parga Pondal se puso enfermo cuando llevaban 11 días de viaje y en Bueu tuvieron que pagar una multa.

La historia de la multa se inicia en O Grove donde el contramaestre del puerto se niega a saludarlos hasta que arríen la bandera gallega que luce el velero. La cosa no queda ahí. Cuando intentan salir de Bueu, el con tramaestre les arma otro lío por la bandera y les pone una multa que no pagan. Don Alvaro hace la siguiente reflexión ante la desmesura de las autoridades portuarias: ‘Una de dos, o somos un barco pirata o un destructor separatista capaz de reducir a cisco y cenizas el puerto que se nos antoja.

La isla de la vergüenza

En la isla de Ons, habitada en ese momento por 360 vecinos y dos fareros amigos de don Alvaro, el profesor lamenta las malas condiciones en las que viven los vecinos, sin médico ni farmacia ni cura. Le llama la isla de la vergüenza y pide medios técnicos para los fareros que carecen de todo, de botiquín, gemelos, salvavidas y lanzacables para auxiliar a quien lo necesite. En Cangas volverá a surgir el tema de la bandera, cuando en la Ayudantía se niegan a darles el rol si no pagan la multa de 50 pesetas que le habían puesto en Bueu. Don Alvaro no aclara si la pagaron pero se supone que sí porque abandonaron el puerto y en medio de una tempestad arriban al de Vigo donde los reciben más de 1.000 personas y dan por finalizado su viaje.

Hace dos años, la Fundación que lleva el nombre de don Alvaro y tiene su sede en Esposende, repitió el viaje y editó un hermoso libro, con el patrocinio de la Xunta, que está sin distribuir y perdido por algún oscuro almacen de libros de la Conselleria de Cultura.

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