David G. Couso nos acerca a Piñor, el marco literario de Martín Gaite

Este marco ourensano en la  obra de Martín Gaite se debe que era en esta localidad donde la autora pasaba sus veranos y que la marcó profundamente desde el principio al fin de sus días y de su escritura. Con “Piñor, universo literario”, el autor nos lleva de la mano por los rincones que Martín Gaite describe y nos invita a una ruta guiada el próximo 11 de mayo por la localidad.

En la adolescencia me marcó leer “Caperucita en Manhattan”. Recuerdo que era lectura recomendada, que me llamó la atención el título y la imagen de la portada de una señora de melena blanca y subida a un tiovivo. Lo leí y me encandiló. Es uno de esos libros aparentemente sencillos, pero lleno de significado, y me fascinó desde el principio. Gracias a él puedo decir que conozco Nueva York sin haber estado nunca allí. 

Desde entonces su interés fue en aumento.

Recuerdo ver habitualmente a Martín Gaite en las ferias del libro, en la televisión, en presentaciones… Cuando falleció, en el año 2000, aún estando yo en la facultad, recuerdo ver precisamente en La Región, una noticia de su relación con Ourense y, concretamente con San Lorenzo de Piñor, Barbadás. Así fue como también descubrí que algunos de sus textos estaban ambientados en dicha aldea. Y, leyendo “Las ataduras”, situado tan cerca de mi casa, empezó a interesarme más todo lo que había escrito. 
Cuando tuve la oportunidad hice trabajos sobre ella en la carrera, la tesis… y empecé a escribir varios libros basados en su vida y escritura. Un total de siete. Es que llevo más de 20 años con este tema… (risas).

¿Cuál fue ese primer trabajo?

El primer trabajo que hice “serio” sobre Martín Gaite fue sobre la parte gallega de la escritora. Decidí hacer una tesis profunda de este aspecto y, a raíz de esto, salió el primer libro en el año 2008, “Los perfiles gallegos de Carmen Martín Gaite”. A partir de ahí, seguí tirando del hilo -una expresión que utilizaba ella habitualmente-, publicando libros, escribiendo tesis… y un buen día, fruto de la “causalidad”, fruto de una nota que salió publicada, la hermana de Martín Gaite, Ana María, quiso contactar conmigo para saber qué se había hecho sobre esa parte de su obra.

Y ese fue un punto de inflexión para usted y todo lo que rodea a la escritora.

Se me abrió una nueva puerta. Conocí a su hermana Ana María, que vivía en la casa de “Carmiña” -como la llamaba la gente de su alrededor-, ya que ella era su única familia -Carmen había tenido dos hijos, pero uno de ellos falleció a los pocos meses y otra con 28 años-. Y acudió a la presentación de ese primer libro, “Los perfiles gallegos de Carmen Martín Gaite” en Allariz. Fue un evento que me permitió conocer a muchos familiares que tenía en Ourense, con los que aún tengo relación, y gracias a los que también se hizo realidad la posibilidad de crear una ruta basada en los lugares que vivió, y recordó la autora en su obra. Mi amigo Amado Perille, imprescindible.

Entre sus últimas publicaciones figura “Una propuesta de lectura para caperucita en Manhattan”

Decidí hacer este libro por dos motivos fundamentales. El primero, como homenaje a una lectura que me marcó profundamente, como lector y como profesor. Y, el segundo, es que quiero que me gustaría que llegase al mayor número posible de lectores. Y así salió esta guía para estudiantes de un libro que era lectura recomendada u obligada en secundaria. 

Recuerdo que buscaba que el autor del prólogo fuese alguien que tuviese que ver algo con el libro. Y fruto de otra de esas “causalidades”, conocí en una feria del libro al director y crítico de cine Federico Borau (que falleció unos meses después), amigo personal de Carmen Martín Gaite y que había sido el primero en tener entre sus manos el libro de “Caperucita” para saber su opinión. Es algo que recuerdo con especial ilusión, ya que fue una forma de que alguien tan cercano a la autora le diese el visto bueno.

Y llegó “El rastro de verano. Itinerarios para leer a Carmen Martín Gaite”.

Esta era una idea que me rondaba desde que comencé por descubrir más del lado ourensano de la autora. Yo quería conocer bien el Piñor que se asoma en su obra. Ese Piñor en el que ella pasó los veranos de su infancia y que tanto la marcó. Son tres libros: “Las ataduras”, “Retahílas” y “El pastel del diablo”. No solo están totalmente ambientados en la aldea, sino que es una protagonista más. Había tantas referencias que creí que se podría trazar un recorrido de la infancia de la autora y también por su universo literario propio. Por ese mundo literario que ella creó en relación a Piñor y que también aparece en otras obras como ráfagas que la mantienen unida a dicho lugar quedando en total evidencia la fuerte huella que dejó en ella.
Tras la pandemia, me dediqué a visitar una y otra vez Piñor con todas las referencias que tenía, fotografías, recortes de prensa, conversaciones con la gente de allí… hasta redactar un recorrido muy exhaustivo y detallado de la localidad en su obra. Fue publicado por Procompal Publicaciones y el Concello de Barbadás y es una forma de que el lector tenga conocimiento de la importancia que tiene en toda su obra. Desde la narrativa al ensayo, pasando por su libro de poesía, “A rachas: Poesía reunida”. 
Paralelamente a Piñor, el libro también presenta itinerarios por el Madrid de su juventud y los espacios que recorren su vida y obra: Nueva York, Salamanca, Galicia…

Sin duda Piñor es como un universo al que siempre volvió a través de la escritura, aunque su vida la llevó lejos de la localidad.

Piñor es el principio y también, de alguna manera, el final. Ella misma confiesa y detalla en uno de sus ensayos más reconocidos “El cuento de nunca acabar”, que la afición a la literatura le vino en un viaje en coche hasta Piñor. 
A lo largo de su vida siempre tuvo mucha vinculación con su familia de allí, y siempre quiso volver, aunque al final no se atrevió. Fíjate. Fue en el año 1965 cuando comenzó a escribir “Retahílas”, el libro por excelencia de Piñor (publicado en 1974). Fue en ese año cuando su familia decide vender todas las propiedades que tenían en la aldea desvinculándose así de esos orígenes, y construir su casa en El Boalo, Madrid, sede actual de su Fundación. A partir de ese momento, la autora prefiere que Piñor se convierta en su materia literaria en vez de vincularse personalmente para así no desvirtuar los recuerdos que de allí tenía. Y así mismo ella lo recoge en su escritura.
Pero hasta el final, incluso en su novela inconclusa “Los parentescos”, hay muchas referencias a Piñor. 

Con “Piñor, lugar  literario”, ¿qué buscó contar a los lectores?

Se trata de un libro creado especialmente para el paseo por Piñor. Una ruta detallada, explicada, con planos… de una forma más rápida. Llevada al plano físico, este año, el 11 de mayo haremos una segunda visita guiada por la localidad tras la buena aceptación de la primera edición. Una edición aquella muy emotiva ya que también contamos con varios familiares leyendo textos. En esta ocasión queremos recordar de forma especial a uno de ellos, mi amigo Menel Díaz.  Además, también fue emotivo a nivel personal al reunir en el espacio a mis antiguas profesoras de literatura.

Personalmente, a modo resumen, ¿qué significa en su vida el estudio de Martín Gaite?

Es algo que empezó por mi gusto en la lectura, continuó con la fascinación académica y ahora forma parte de mi vida personal. Vamos parejos. Además de la satisfacción profesional, me ha servido para conocer a mucha gente y hacer buenos amigos. Lograr la empatía con el lector es un logro de Carmiña, como expresó Emma Martinell y que yo comparto plenamente.

¿Qué destacaría de la escritura de la autora?

Los que la hemos leído, los que la conocieron, sus estudiosos… coincidimos en que cuando uno la lee, da la impresión de que le habla a uno mismo. Hay en toda su obra una recurrencia a buscar la comunicación directa con sus lectores.

Hoy en día, ¿es suficientemente reconocida?

Sí que es una de las escritoras más reconocidas de su generación, salía en televisión, concedía entrevistas y era muy popular. Pero sobre todo por dos o tres novelas, cuando hay muchos otros libros que deberían ocupar un lugar más destacado. “Caperucita”, por ejemplo es, tras “El Quijote”, la obra española más traducida. Eso sí, si pensamos en las nuevas generaciones, creo que hay un gran desconocimiento aun aiendo un clásico, ya que su obra, 50 años después, se sigue leyendo. Y subrayo: no es lo mismo ser conocida que ser leída.

Para seguir dando a conocer la importancia de Martín Gaite en nuestra tierra se prevén nuevas iniciativas, sobre todo de cara el 2025, año de su centenario.

En la actualidad ya se ha incluido en el plan de formación del profesorado de la consellería de Educación. Y, de cara el próximo año están previstas rutas, jornadas, una exposición itinerante, unidades didácticas… en las que estaré totalmente involucrado para seguir dando a conocer el perfil gallego de la autora.
Al margen, estoy coordinando un monográfico para la Universidad Menéndez Pelayo de Santander donde participarán estudiosos de su obra, y sacaré un libro sobre la generación del “Medio Siglo”, que creo que es una generación que también hay que reivindicar en la Secundaria y Bachillerato ya que es de las pocas generaciones en las que tuvieron los mismos reconocimientos los escritores y las escritoras. Martín Gaite fue Premio Nadal en el año 1957 por “Entre visillos”. Su marido, Rafael Sánchez Ferlosio, fue ganador del Premio Nadal 1955, con “El Jarama”. Pero a Martín Gaite nadie la conoce por ser “la mujer de”. Como curiosidad, uno de los titulares era “Martín Gaite aparca sus labores domésticas para recibir el Premio Nadal”, lo que muestra la necesidad de un cambio de discurso.