La pediatra habla

Consejos para proteger del sol a niños y bebés

Ante la llegada del verano, es importante tener en cuenta las siguientes recomendaciones para proteger a los más pequeños del sol y evitar quemaduras

Para evitar las quemaduras solares, la Organización Mundial de la Salud ha establecido el llamado índice ultravioleta (UVI), que ofrece valores desde 1 (muy bajo) hasta 11 (muy alto). La recomendación es tomar precauciones frente a la exposición solar a partir de un valor UVI de 3. Para conocer los datos de UVI local podemos consultar diferentes canales de información, páginas web como la de la Aemet o aplicaciones móviles como UV-Derma.

El sol en los bebés

Los bebés menores de seis meses nunca deben ser expuestos directamente al sol en exposiciones prolongadas. No pasa nada si lo llevan en brazos o en el cochecito y le da el sol unos minutos. La barrera cutánea es muy inmadura y su piel es hasta 10 veces más fina que la del adulto. Todavía no es capaz de regular bien la temperatura y resulta más propensa a alergias e irritaciones. La sombra y la ropa son los mejores protectores solares. 

Niños mayores

A partir de los 6 meses pueden usar filtros de protección solar en exposiciones prolongadas (más de 20-30 minutos), si van al campo, a la playa o a la piscina. Tienen una piel muy sensible y hay que evitar el efecto dañino que puede provocar el sol. Usar fotoprotector aunque estén debajo de la sombrilla.

Tipos de filtros:

Entre los seis meses y los dos años, deben usarse filtros físicos (o minerales), son los más seguros y recomendables al no absorberse. Reflejan la radiación solar impidiendo que penetre en la piel (efecto espejo). Son densos y dejan la piel blanca (los de última generación no manchan tanto).

A partir de los dos años, se utilizarían filtros químicos, que consisten en captar la energía solar y  transformarla convirtiéndola en inocua para la piel. Entre sus beneficios destacan su buena cosmética y que no manchan la ropa.

¿En qué nos tenemos que fijar a la hora de elegir un filtro químico o físico?

Lo más importante es el SPF, que es el grado de protección. Hace referencia al número de veces que aumenta la capacidad de protección de la piel frente a la radiación solar ultravioleta, antes de sufrir eritema o enrojecimiento, previo a la quemadura.

Si, por ejemplo, aplicamos un protector SPF 50, podemos soportar una cantidad de radiación 50 veces superior que en condiciones normales, sin protector solar. En los niños se recomienda que el filtro tenga por lo menos un SPF 50 o superior.

La radiación ultravioleta tiene mucha energía y es la causa principal de las quemaduras solares, por lo que tenemos que buscar filtros solares de amplio espectro; es decir, aquellos que nos protejan contra la radiación ultravioleta B y la radiación ultravioleta A y eso lo vamos a encontrar en el bote de la crema que pone VB+VA con un círculo, ya sean minerales o químicos.

Por los constantes juegos en el agua y fuera de ella de los más pequeños, es necesario que el fotoprotector infantil sea resistente al agua  ya que garantiza que la protección se mantenga al menos durante los siguientes 40 minutos, tras un baño en la piscina o en el mar (los llamados "waterproof", protegen el doble de tiempo) y resistentes al sudor y a los roces. No debemos olvidarnos de aplicarlos en zonas delicadas como labios, cuello, orejas y dorso de los pies.

Es recomendable aplicar los protectores solares a la sombra, siempre con la piel seca entre 15-30 minutos antes de la exposición solar y en intervalos cortos de tiempo, al menos cada dos horas y tras el baño de la piscina o playa.

Para pieles atópicas se recomienda un filtro físico, lo que significa que el protector funciona como una pantalla frente al sol nada más aplicarlo y está indicado también para pieles intolerantes (hace efecto sombra).

Horarios para tomar el sol

Evitar la exposición solar en las horas centrales del día; es decir, entre las 12 y 16 horas, que es la franja horaria en que la irradiación solar que alcanza la Tierra es mayor.

También aumenta la peligrosidad del sol con la altitud y la nubosidad (las nubes permiten el paso de las radiaciones ultravioleta).

Lo ideal sería exponerse de forma gradual al sol sin quemarnos, hasta que la producción de melanina se vaya adecuando a lo que necesitamos.

Cómo usar las gafas de sol

Es importante protegerles los ojos de las radiaciones solares. A la hora de elegir unas gafas infantiles adecuadas, lo más importante es la categoría del filtro o del cristal. Un filtro UV3 protege los ojos del 80% de las radiaciones solares que llegan a él. El filtro V4 protege el 90% la radiación solar (se recomiendan para la nieve).

Debemos seguir algunos consejos para comprarlas, en cuanto a monturas, materiales y sujeción. Los materiales deben ser seguros, hipoalergénicos e irrompibles, a prueba de niños. Lo ideal son las monturas de materiales flexibles, como la silicona. De forma envolvente si puede ser, que se adapten bien a la cara del niño, para evitar que los rayos UV entren por los lados, y con tiras de sujeción posterior para los más pequeños. 

Hidratar y proteger

La capacidad de regulación corporal de un niño de menos de tres años es limitada y por ello, al exponerlo al sol podría sufrir un golpe de calor. Esto puede ocurrir incluso aunque el niño lleve crema solar, pues esta protege de los efectos nocivos del sol, pero no combate el calor, por eso deben mantenerse bien hidratados aumentando la ingestión de líquidos aunque no tengan sed.

La ropa es un gran protector solar, pero no todas las ropas son iguales. Hay ropas que están testadas para saber cuánto protegen del sol y son las camisetas que vienen marcadas con unas siglas que es UPF, que nos indican el grado de protección solar que tienen y cuántos rayos de sol dejan pasar. Un UPF de 40 significa que deja pasar un rayo de sol por cada 40 rayos de sol que inciden en la piel. Es importante para los niños que tienen exposiciones prolongadas al sol o si tienen fotosensibilidad, alergia, son de piel muy blanca, etc.

Efectos del sol sobre la piel de los niños

La insolación se produce por una prolongada exposición, debido a una excesiva acumulación de sol en el organismo. Los síntomas serían dolor de cabeza, aumento importante de la temperatura corporal, somnolencia, náuseas, vómitos y trastornos visuales. En casos graves presentarían pérdida de conciencia.

Las quemaduras solares se caracterizan por un enrojecimiento de la piel o una quemadura de primer grado, con escozor intenso y  dolor que aparece a las pocas horas tras la exposición al sol y alcanza su máximo a las 12-24 horas. Si la quemadura es importante, ya tiene ampollas o si presenta un golpe de calor, deberá acudir a su pediatra.

La dermatitis se caracteriza por la aparición de un sarpullido en forma de granitos rojos muy pequeños que suelen producir picor y molestias. Las pieles blancas y atópicas son más vulnerables.

Al llegar a casa tras un día de playa o de piscina es recomendable aplicar una loción post solar si la necesita y, si no, rehidratar siempre la piel.

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