ESCOLA DE PAIS

Si te duele, no es amor

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La prevención y la intervención son esenciales para evitar las devastadoras consecuencias de una relación de pareja tóxica

La violencia en las relaciones de pareja de los y de las adolescentes se está convirtiendo en un problema social incipiente que nos preocupa a las madres y padres así como al colectivo docente. La adolescencia es una etapa que implica cambios corporales, intelectuales y sociales, en la que se configura la identidad personal y marca el inicio de las primeras relaciones de pareja y sexuales. 

El concepto de violencia en las relaciones de pareja de los y las adolescentes, conocido con el término anglosajón Teen Dating violence, se define como la amenaza o el uso del abuso físico, sexual, verbal o social de un miembro de la pareja sobre el otro, que puede ser puntual o continua, con la finalidad de controlarlo, dominarlo y obtener más poder en la relación sentimental. 

CAUSAS
La violencia de género y por ende Dating Violence asienta sus raíces en la sociedad patriarcal, encargada de perpetuar este “orden” de la vida social, que crea desigualdades entre las personas. Estas relaciones “asimétricas” entre hombres y mujeres perviven en nuestra sociedad actual debido a la fuerte internalización de los estereotipos de género que trazan caminos diferentes a las personas en función a su sexo y determinan cómo debe ser su relación. De forma que las chicas interiorizan características de pasividad, debilidad y sumisión, situando el amor romántico como el eje central en sus vidas. Las chicas son educadas en un “yo en relación”, basado en una ética del cuidado de las personas que las relega al ámbito doméstico. Mientras que los chicos interiorizan desde pequeños su rol en el espacio público, están orientados a la competitividad, a la agresividad, al poder y al control, alejándolos del mundo de la manifestación de las emociones. Esto conlleva que los chicos y las chicas van a expresar el amor de forma diferenciada, a partir de un modelo cultural hegemónico que permite relaciones basadas en el dominio y dependencia.

CIFRAS
La gravedad de esta problemática se intensifica a la luz de los datos que configuran la violencia en las primeras relaciones de pareja entre adolescentes que comienza cada vez a una edad más temprana, situando los primeros episodios violentos entre 11 y 17 años. Esta violencia se puede dar tanto en parejas que llevan mucho tiempo juntas como incluso en la primera cita. En el año 2015, según la Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer, el 25% de chicas adolescentes han sufrido violencia psicológica y de control por parte de su pareja, incluso a través de las nuevas tecnologías, controlando su móvil o sus redes sociales y coaccionándolas.  

SEÑALES DE ALARMA
Las víctimas de violencia suelen sentirse solas, asustadas, avergonzadas, culpables, inseguras, confusas, tristes y ansiosas. Debemos poner atención a las siguientes señales de alarma: i) sufre cambios bruscos en su estado de ánimo, pasa rápidamente de la alegría a tristeza; ii) muestra poca autoconfianza; iii) está en constante estado de nerviosismo que le ocasiona problemas para conciliar el sueño; iii) presenta frecuentes dolores de cabeza; iv) le cuesta concentrarse en cualquier actividad como puede ser los estudios; v) se aísla de su familia y de sus amistades; vi) encubre el comportamiento abusivo de su pareja a la familia y amistades; vii) se muestra confusa respeto a la relación de pareja que mantiene; viii) puede llegar a presentar marcas físicas en el cuerpo como moratones, arañazos, etc.; ix) minimiza y justifica las conductas abusivas de su pareja, se autoculpabiliza; y, x) muestra una gran dependencia de su pareja y no es capaz de tomar decisiones por sí misma.

PREVENCIÓN
Como madres/padres o educadores/as, la prevención y la intervención son elementos esenciales para evitar las devastadoras consecuencias físicas, psicológicas y/o sexuales que conlleva una relación de pareja tóxica, caracterizada por la violencia y el sometimiento. 

Por lo tanto, de forma unánime educadores/as y madres/padres como una medida de prevención frente a la violencia en las relaciones de pareja de los y las adolescentes, debemos trabajar para eliminar los estereotipos de género y llegar a una reformulación del amor para que no se confunda con posesión, anulación, control y violencia. 

El amor no lastima, ni duele. El amor violento no existe. Por ello, es importante, educar a los chicos y a las chicas en un modelo de convivencia y de relación basado en la “coeducación” y en las “relaciones saludables” en las que se asumen valores como el respeto, la confianza, la tolerancia, el apoyo, la honestidad, la libertad personal, sin invasiones en el espacio del otro, la honestidad, la convivencia sin manipulaciones, donde los conflictos se resuelven a través de la negociación y de la búsqueda conjunta de soluciones, el compromiso emocional, y la reciprocidad. Una relación en la que el amor rompa con los yugos de los mitos de la media naranja, del amor eterno, de los celos, y de la violencia. Debemos dejarles claro que la violencia no es una forma de expresar amor hacia la otra persona.

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