Ganadores del concurso "Jóvenes y Mayores" en la categoría de mayores de 65 años

Primer premio: O meu anxo da garda

Rosario Vázquez González

Coñecín a Anxo o día que a vida xa non se amosaba disposta a darme máis oportunidades. Foi un 9 de setembro, na terceira planta dun hospital. O cardiólogo acababa de decirme que, á miña idade, non era aconsellable expoñerse a unha ciruxía de alto risco. A noticia deixoume sen folgos. Levaba un anaco feita un mar de bagoas, cando aquel enfermeiro entrou na habitación. Era un rapaciño novo, de meixelas rosadas. Non se lle botaban máis de 25 anos. Sentouse na beira da cama e colleurme a man.

-Non chores, dixo nun tono agarimoso, nunca hai que perder a esperanza. Mañá pasará a verte a mellor ciruxiana deste hospital. Ela non é das que tira a toalla. Estiven toda a noite pensando porqué aquel mozo, que podería ser o meu neto, ía interesarse por unha vella coma min. Pero así foi. Ó día seguinte, Anxo, acompañado dunha muller de cabelo negro e ollos azuis, pronunciou as palabras máis reconfortantes que escoitara dende o meu ingreso: A doutora Vidal di que tes moitas posibilidades, ela está disposta a operarte.

Cando lle contei ao meu fillo que tiña decidido someterme a ciruxía, amosou sen miramentos o seu desacordo: ¿Pensas seguir os consellos dun novato, que nen sequera é médico? E esa doutora, ¿ten experiencia para afrontar unha intervención coma esta? Ti verás, pero eu non arriscaria a vida tan a lixeira.

A miña recente ledicia viuse toldada pola actitude, pouco esperanzadora, do meu fillo. Pero as ganas de vivir superaron o medo que tiña a entrar no quirófano. Se morro será con valentia, pensei, non agardando con resignación a que chegue a miña hora. Durante días, fixéronme toda clase de probas e análises. Anxo pasaba tempo falando comigo, e dándome ánimos. Cando tiña garda de noite, sentábase a carón da miña coma a líame poemas de Rosalía. Poemas tristes, dunha muller enferma, que encheu a sua vida de palabras fermosas. Eu so quería encher a miña vida de máis vida. De tempo. De momentos...

A operación durou cinco horas. Trescentos longos minutos, que para min foron un intre. Cando abrín os ollos o primero que vin foron as ondas azuis no iris da doutora Vidal. 

-Tranquila, todo saiu ben, murmurou baixiño. Busquei coa mirada a Anxo, pero non o atopei. Supuxen que non tardarla en pasar a ver como me atopaba, pero non apareceu. Pola mañá preguntei por el e ninguén o coñecía. Tampouco a doutora Vidal se lembraba daquel xoven enfermeiro. Pero eu estaba segura de que Anxo non era froito da miña imaxinación.

Lembraba o seu sorriso, a súa man morna suxeitando a miña, e a súa voz doce, de meniño, animándome a loitar por vivir. Repúxenme de forma asombrosa. O meu corazón latexaba con forza. A vida dábame outra oportunidade. A doutora presentouse unha mañá cos papeis da alta, dicindo: A tua estancia aquí rematou. Deume unha aperta, e, con un xesto de complicidade, entregoume un libro de Rosalía.

Na primeira páxina, unha frase escrita a man, dicía: “Follas novas, para encher momentos da tua nova vida”. Asinado: Anxo.

Segundo premio: Mis nietos y yo

Daniel González Gómez

Quizás hasta que llegue el momento no piensas lo que es un nuevo vástago en la familia. Por navidades llegó la cigüeña con un niño fuerte y alto y yo pensando en otro nuevo atleta, pero me salió el tiro por la culata. Practicó desde que podia moverse por si solo lo que llamábamos “SILLÓN BALL”. Recuerdo que le regalé unos aperos de pesca, pero poco duraron en sus manos y no tuve oportunidad para que se deleitara con la primera trucha. Su hermana Eugenia, para mí, la cabeza mejor colocada de toda la familia, era una niña fría, poco comunicativa que tuve que dedicarle la frase: “El carácter se forma en el tumulto de la vida pública y el talento y/o sabiduria en el silencio de la vida privada”. Esta frase no la inventé yo, pero en algún libro la fiché. Ahora es una mujer encantadora que sabe muy bien lo que dice y lo que hace.

Ahora pasamos a la doctora que el acontecimiento del primer hijo, hija, llegó por las mismas fechas, navidades. Una chica, niña, preciosa que dio muchas alegrias a toda la familia por su carácter bonachón, comportamiento exquisito en todos sus actos. Recuerdo un día que en compañía de sus padres fueron a ver a unos amigos a una clínica y Daniel (yo) quedó de niñera. Una hora en mis brazos y su sonrisa divina no dejo de relucir en su cara, no me lo podia creer, pues pensé que iba a pasar una hora de lágrimas y berrinches y gracias a dios fue todo lo contrario. Unos meses más tarde llegó la segunda niña, Mónica, para mí una criatura guapísima y muy especial en su comportamiento Y cuando pensamos que los alumbramientos se habían acabado, una llamada: mamá vuelvo a estar esperando otro hijo. Su marido, entre otras cosas y con tiempo de sobra. decidió cambiar de coche, tenia un Morris. Es una familia que viaja siempre con mucho equipaje y decidieron comprar un Toyota. Y una vez adquirido, lo que iba a ser un nuevo hijo se multiplicó por dos. Unos mellizos, mejor dicho, unas mellizas, serian Sabela y Antía. Y otra vez a cambiar de vehículo. Mercedes 8 plazas. Y dejamos para el final a Cristina, hija de mi tercera hija Cristina. Hizo gimnasia rítmica y por su altura le aconsejaron baloncesto y ahí esta luchando para lograr una categoría superior.

Mi nieta Olga ya está ejerciendo como médico, hace un año en la clínica de la Paz, en Madrid. Y Mónica como veterinaria en Zaragoza, y las dos pequeñas preparándose para la universidad el año que viene. Yo nunca fui muy forofo de los bebés, pero cuando son de la familia, cambia, es todo lo contrario. Me pasaría jornadas enteras observando sus sonrisas y movimientos, la hora de comer, ver con el apetito y las ganas que lo hacen, es para grabarlas, y que vieran más adelante lo bonito que es el espectáculo, Recuerdo que cuando éramos pequeños la lucha que se originaba a esa hora para poder llevar la cuchara a su boca. Tengo alguna nieta que era insaciable a esa hora, comía lo que le pusieran delante. Me gustaría volver a vivir aquella época en que toda la familia vivíamos pendientes de la vida de cada una de aquellas muñequitas que alegraban nuestro día a día. Unas niñas sanas, alegres y que nunca tuvimos un problema con ninguna. Quizás el único que no nos ayudó mucho fue el inconveniente de la distancia. Solo con los de Ponferrada. Para vernos un fin de semana y preparar todo, un montón de bolsos y maletas, era agotador. Pero sobre todo mi mujer, cuando venía, veía el cielo abierto. Después de estos contactos semanales, navidades, semana santa y vacaciones de verano, no faltamos a la cita en ningún año.

Ahora llegó la época de la vejez y hay más inconvenientes para vernos, no obstante, no dejamos que haya una oportunidad para las otras hijas, Eugenia vive en el primero y yo en el segundo de la misma casa, y Cristina en la casa que está de atrás de la nuestra en otra calle, o sea, en el mismo corral. Aparte de vernos todos los días, los festivos comemos siempre en mi hogar.

Tercer premio

Celia Dorrío Rodríguez

3_may65

Te puede interesar
Más en Xornal Escolar