ESCOLA DE PAIS

La merienda, no te la saltes

La dieta equilibrada debe repartir las calorías diarias en 5 comidas

Las sociedades científicas han consensuado que la dieta equilibrada debe repartir las calorías diarias en 5 comidas, siendo una de ellas la merienda que debe aportar el 15-20% de la energía, por lo que es fundamental para que los escolares cubran adecuadamente sus necesidades energéticas. Pero desde el punto de vista nutricional no se le suele dar la misma importancia que al resto de las comidas.

Esto podría deberse a que la merienda frecuentemente se realiza fuera del hogar y en momentos en los que los niños están practicando otras actividades (jugando, actividades extraescolares, Tv..). Lo que quizás también contribuye a que en las meriendas se utilicen alimentos menos saludables (bollería industrial, snacks, refrescos azucarados...etc), en detrimento de los bocadillos y/o fruta.

Los datos publicados por el Ministerio Agricultura Alimentación y Medio Ambiente (2014) sobre el consumo de alimentos, muestran un descenso en el consumo de pan de un 3,7% -en relación al año 2013-, siendo en los hogares con hijos (independientemente de que sean menores o no) donde se ha disminuido más su consumo, mientras que en el mismo período, el consumo de bollería aumentó un 0,8%. Según los datos del estudio Habimer (2014), más de la mitad de los escolares meriendan un bocadillo o sándwich, un 38,5% consumen bollería industrial –observándose una mayor ingesta a medida que aumentaba el curso escolar- y la mayoría (70%) acompañan su merienda con una bebida azucarada en lugar de agua.

Desde el punto de vista nutricional, a la bollería industrial se le considera como un alimento poco saludable, por su elevado aporte de energía, azúcares de rápida absorción y grasa poco saludable (mayoritariamente ácidos grasos saturados o trans). Existen evidencias científicas de que el consumo de estos nutrientes, por encima de las recomendaciones establecidas, se asocia al aumento del riesgo de padecer enfermedades crónicas (obesidad, diabetes...). Así el consumo excesivo de grasas saturadas y/o trans incide directamente en el aumento de los niveles de colesterol total y del LDL-colesterol y la ingesta de azúcares de rápida absorción se traduce en una elevación del nivel de glucosa en sangre, lo que puede provocar resistencia a la insulina. 

DATOS COMPARATIVOS
Si comparamos lo que aporta nutricionalmente un bocadillo y la bollería industrial observamos que:
Por término medio, 100 g de un producto de bollería aporta 460 Kcal mientras que la misma cantidad de pan blanco aportaría 260 Kcal.  Cuando el pan se acompaña de una o dos lonchas de jamón u otro embutido -bocadillo-, las diferencias energéticas con la bollería casi se igualan.  En el bocadillo la energía proviene mayoritariamente de los hidratos de carbono complejos y de las proteínas y muy poco de las grasas, mientras que en la bollería procede de los azucares simples y de las grasas menos saludables.  Debido al perfil nutricional de la bollería industrial hace aconsejable que, en la dieta de los niños, se limite su consumo a un único día a la semana.

En relación a las bebidas azucaradas según los datos de la AESAN, la ingesta de azúcares añadidos está en aumento, siendo las fuentes más importantes los refrescos (23,0%) y zumos y néctares de frutas (11,9%).  

La OMS aconseja no consumir más de 12 cucharillas de azúcar/día, recomendando una ingesta menor o igual a seis, que es una cantidad menor de la que está presente en una sola lata de refresco. Hay diversos estudios que muestran una relación directa entre el consumo de bebidas azucaradas y la obesidad, de tal manera que aquellos niños que realizaban un consumo habitual tuvieron 2,4 veces más probabilidad de tener sobrepeso cuando se comparan con niños no consumidores de estas bebidas. Y además este consumo predice ganancia de peso en la edad adulta. 

Finalmente hay que señalar que los efectos negativos de merendar bollería industrial y/o refrescos no solo se deben a su inadecuado perfil nutricional (exceso de azúcares simples y grasas saturadas) sino a que remplazan de la dieta a otros alimentos saludables como el pan, cereales y fruta, que son los que deberían constituir la merienda diaria de los niños. Por ello es prioritario reducir el consumo de esos nutrientes, siendo el mejor camino limitar el consumo de alimentos ricos en estos compuestos. Aunque la mayoría de la población, incluidos los niños, saben que la bollería y refrescos azucarados no son saludables, su aspecto atractivo, bajo coste y su constante presencia en anuncios, escaparates de panaderías, tiendas de chucherías...etc, los convierte en una “tentación” difícil de evitar para este sector de la población. Nos enfrentamos por tanto al reto de conseguir que los conocimientos que se tienen en relación a los alimentos se traduzcan en hábitos saludables y para ello se hace necesario no solo la educación nutricional -tanto en la familia como en los centros escolares- sino también la colaboración y el apoyo de todos los sectores (administraciones, empresas alimentarias y consumidores) que de alguna forma intervienen en el hecho alimentario, ya que solo así conseguiremos cambiar los hábitos y los estilos de vida.

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