Carreras frustradas

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Mi colegio tenía sus propias fiestas que duraban 3 días. Empezaban un miércoles después de comer con un concurso de disfraces, todas las aulas desfilaban y se competía por lo que en aquella época se llamaban etapas. Había 5 líneas por curso y hasta 4º de EGB el 80% de los niños iban vestidos del Athletic. Nosotros, 5ºB, ganamos en el año 82 porque fuimos del mundial de España, yo de Italia, y dos compañeros iban de Naranjito y Clementina, el padre le hizo un disfraz que te daban ganas hasta de exprimirla. Los de BUP se lo curraban tanto que hacían mini obras de teatro. Recuerdo que en la clase de mi hermano Luis alquilaron una furgoneta y representaron un secuestro al Papa. 


Los jueves y los viernes se jugaban todas las finales interclases, ríete de una olimpiada, había mil actividades diferentes. Quiero hacer un inciso aquí porque acabo de recordar que me apunté en 7º y 8º al torneo de ajedrez. El primer año me enfrenté en la primera partida a Bernardo (recuerdo hasta sus dos apellidos), un chico de C, y en 12 minutos me había matado el rey, secuestrado la reina, criado los caballos e incluso le había hecho un ERTE a mis peones. Al año siguiente me volvió a tocar el mismo, ¡manda cojones! Cuando me vio seguro que pensó que le iba a costar más, pero para su sorpresa yo era peor aún que el año anterior y me ganó en menos tiempo, usó hasta un cubilete de parchís y un dado… En ese momento se frustró mi carrera de ajedrezista y empecé a odiar a los rubios con pelo rizado y gafas, aunque no se ha extendido al sexo femenino.


En esos días los alumnos escenificaban unas obras de teatro, elegidas tras una selección previa entre todas las que se presentaban. En 7º de EGB, uno de mis compañeros escribió una de detectives y espionaje y me ofreció a mí el papel protagonista, creo que se dejó llevar por mi belleza salvaje y mis dotes de interpretación. No recuerdo muy bien la historia, pero sí que ensayábamos durante los recreos y que nos clasificamos para poder representarla. También recuerdo que, en una escena, uno que tenía que hacer de mujer, debía fingir que me daba un bofetón, pero calculó tan mal que me sacudió un "hostión" que si me lo da hoy, me carga el móvil. Dos días antes de las fiestas, no sé la que liamos que nos castigaron sin obra. Ahí se frustró la carrera de un actor.

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