Blog | Usos y costumbres del verano

La mujer del presidente

El presidente del Gobierno tiene una mujer. O la mujer tiene un presidente del Gobierno por marido. Hasta ahí todo bien. A partir de ahí, todo mal.

Si no me falla la memoria, es la primera vez que la esposa de un presidente se zambulle en un berenjenal de este calibre. Rodeada por todas partes de presuntos y presuntas. Que si la cartita de recomendación al Gobierno, que si las cositas con Koldo, que si el comisionista mayor del Reino, que si Air Europa. Cada día sabemos algo nuevo. Algo que, por sí solo, sería lo bastante escandaloso como para que cayera el presidente, si no el Gobierno entero. Pero, ¿han visto ustedes el más mínimo amago de preocupación, de rubor, o al menos una mísera mueca de contrariedad? Yo tampoco. Ni en ella, ni en él, de quien de todos modos conocemos bien su rostro de grafeno.

Lo asombroso del Caso Sánchez-Gómez es lo innecesario del asunto. Desde la Transición, la tradición de los presidentes en España ha sido bastante clara: la idea es robar poco mientras estás en La Moncloa, o incluso nada, y forrarte a partir del día siguiente. Hay pocas excepciones y ninguna milita en el PSOE. González es buen ejemplo. Pero el verdadero paradigma de esta tendencia es Zapatero, que nos ha subido la moral a todos los idiotas, porque ha venido a recordarnos con su ejemplo que se puede ganar mucho dinero sin ser el más listo de la clase; en su caso, pactando con el diablo chavista.

Pero los Sánchez lo tienen que hacer todo a su manera, abriendo caminos. Y así, todo apunta a que ni siquiera han esperado a salir del palacio para empezar a montárselo, dicho sea, evitemos confusiones, con toda la fuerza metafórica que el idioma español destina al verbo “montar” en el ámbito de los negocios.

En los 90, mientras el Gobierno de González se desangraba por las heridas de sus mil casos de corrupción, el primer denunciante parlamentario, junto a Aznar, era Julio Anguita, sí, el de Izquierda Unida. Se producía una cierta lógica de mercado: los únicos que guardaban silencio ante el latrocinio socialista eran los que también tenían las manos manchadas. Recordemos que en 1994 Jordi Pujol hizo una enérgica defensa de la honradez del Gobierno de González en materia de lucha contra la corrupción. Pornografía parlamentaria. Tú ya sabes lo que estaban haciendo los Pujol entonces y dónde están ahora.

Y las historias de la política son cíclicas. Hoy tan solo PP y Vox están denunciando el colosal escándalo de corrupción del triángulo Koldo, Sánchez, Gómez. Por tanto, hemos de suponer que todos los demás partidos están como Pujol en abril de 1994.

Te puede interesar