La feria alaricana y, con ella, el pulpo que tanto ansiaban vecinos y visitantes, regresó ayer al Campo da Barreira de Allariz. Tras meses de disputas y polémicas entre feriantes y responsables municipales por los cambios de día y ubicación en el formato del mercado, la actividad regresó a pequeña escala, pero con vistas de un posible acuerdo que permita recuperar la normalidad.
Los responsables municipales contaban con la participación de una veintena de feriantes -aquellos puestos que habían renovado la solicitud correctamente-, pero solo montaron ocho. La regidora Cristina Cid, que desde primera hora se entrevistó con los vendedores, reconocía que la jornada sirvió para acercar posturas. "Falamos e nos pediron que os chamemos directamente a eles e así o faremos. Imos ter unha reunión e estamos dispostos a ceder en algo, como manter a localización na Barreira como nos pediron", explicaba Cid, quien estudiará la reorganización del espacio para evitar masificaciones, más teniendo en cuenta que el próximo sábado cae a 15 de agosto.
En un día que se preveía tenso, algunos feriantes optaron finalmente por no montar pese a tener instalados los hierros. Los vendedores que sí lo hicieron, insistían en su deseo de poder trabajar y de que pronto se llegue a un acuerdo que beneficie al conjunto. La comisión defensora de la feria los días 1 y 15 en A Barreira, también hizo acto de presencia en el lugar. "Desde el primer día estamos a favor del pueblo y del beneficio del conjunto", insistía Tino Iglesias, uno de los portavoces que, preguntado por la posibilidad de un acercamiento si se mantiene la ubicación, "nos reuniremos y votaremos, lo que salga mayoría se hará. Aunque muchos dirán que sí porque la situación aprieta, sino no lo harían. También tendrá que haber un compromiso firmado de la alcaldesa de que será algo que vaya más allá del 15 de agosto".
