Opinión

La India busca protagonismo dentro del panorama geopolítico mundial

Para una gran parte del imaginario colectivo mundial, la India es un país extraño, lejano, mal conocido, último refugio del exotismo, lleno de brumas y místicos, maharajás en palacios dorados y pobres, muchos pobres.

Para este país, la India, paraíso de fábulas y milagros, ha llegado la hora de entrar en el gran escenario de la historia y formar parte junto a China y Estados Unidos del trío de las superpotencias. La India, es todo un subcontinente, habitado por varias etnias, por devotos de múltiples creencias religiosas y sobre todo el país más poblado de la tierra con 1.400 millones de habitantes. Ya ha superado a China. Económicamente está creciendo a un ritmo asombroso que la aleja del clásico cliché de la pobreza como tatuaje esencial de su identidad. Pero la realidad es otra. Este año, la India es presidente de turno del G-20, el prestigioso foro que reúne a los países más ricos del universo. Según los últimos informes, ya es la quinta economía del planeta y su PIB ya supera al de Reino Unido, su país colonizador. El presidente indio, Narendra Modi, ha declarado con legítimo orgullo: “Hemos dejado atrás a quienes nos gobernaron 250 años atrás. Y ahora no nos detendremos, seguiremos creciendo a un buen ritmo.”

En estos tiempos, tan agitados por la guerra, por la pandemia y el implacable cambio climático, las economías viven en un estado agónico de crisis y retrocesos, en cambio, la economía india mantiene con vigorosa tenacidad unas buenas pulsaciones. El presidente Modi dice que aprovechará la presidencia del G-20 para proyectar la nueva India como gran potencia en el escenario de la geopolítica mundial. Olivier Gourinchas, analista jefe del Fondo Monetario Internacional, al presentar las perspectivas de este 2023, sostiene que la India junto a China aportaran el 50% del crecimiento mundial, convirtiéndose en las locomotoras económicas del planeta. ¡Qué lejos quedan los tiempos en que pedíamos limosnas para los chinitos y los para los miserables indios!

La India se está convirtiendo en el paraíso de las grandes empresas tecnológicas que marcan las nuevas fronteras de la productividad. Las vacas siguen siendo sagradas, según la mayoritaria religión hindú, pero los ordenadores son el instrumento más válido del desarrollo. El State Bank of India vaticina que dentro de cinco años la India se convertirá en la tercera economía del planeta. No cabe duda que estamos en la época estelar de la India y aún hay quienes van más lejos, los que creen que este siglo XXI va a ser el siglo de la India.

Mientras otros países se enfrentan a una creciente crisis demográfica, entre ellos China, ¡Quien lo hubiera dicho! La India sigue aumentando la población de manera espectacular. Según las estimaciones de los institutos que analizan los crecimientos demográficos, dentro de unos meses, la India llegará a los 1.500 millones de habitantes. La nación más poblada de la tierra. El país va a ser el enclave manufacturero más importante del mundo, se calcula que para el año 2047 el 20% de los trabajadores mundiales serán indios.

La economía india se está construyendo y desarrollando conforme a los parámetros occidentales del país colonizador, el Reino Unido. El sociólogo Chellaney, escribió: “A pesar de su inmensa diversidad cultural y étnica, la India es el primer país en vías de desarrollo que desde siempre se ha esforzado en modernizarse y prosperar conforme a los esquemas democráticos”. Muchas empresas occidentales desean sustituir el made in China por el made in India. Esta apuesta se concretó mucho durante los tiempos de pandemia, cuando China apostó por un drástico covid cero y para lograrlo apostó por cerrar las fronteras.

China y concretamente el presidente Xi Jimping mantiene una política de tensiones y fricciones con los Estados Unidos, esto hace que el viraje de Occidente de China hacia la India continúe en un ritmo creciente. A este viraje contribuye la permanente presión de China sobre la isla de Taiwan, con la constante invasión para integrarla en la China continental.

Estas circunstancias provocadas por las tensiones geopolíticas favorecen la actual voluntad de la India de abrirse e integrarse en los diversos escenarios de la geopolítica internacional. El primer ministro indio ha elegido para definir su política la palabra puente, quieres ser puente de comunicación y entendimiento entre potencias rivales. El gobierno de Nueva Delhi, tiene experiencia desde los tiempos del Pandit Nerhu, de navegar por aguas encrespadas con una ambigüedad calculada. Su amistad con Rusia es histórica y evidente, tal vez por eso no ha condenado hasta ahora la invasión de Ucrania y por otros intereses como el suministro de petróleo. 

La India recibe la mayor parte del petróleo que necesita de Rusia y la mayor parte de las armas de que dispone su ejército también vienen de Rusia. Con China, aparte de un conflicto de fronteras, mantiene una histórica rivalidad y es una potencia nuclear que se negó a firmar el tratado que limita el crecimiento y desarrollo de esas armas. Las razones que dieron algunos analistas para negarse a la firma fueron las de su miedo a China, con la que mantiene un permanente conflicto fronterizo. Con su vecina Pakistán mantiene constantes y permanentes conflictos. Estas hostilidades con su entorno han contribuido a que girara su mirada a Occidente y así neutralizar el amenazante poder de China. En un mundo tan líquido como el actual, la India quiera jugar el papel que le pertenece por demografía y economía.

Los dirigentes indios son conscientes de que deben aprovechas estos momentos en que los vientos de la historia soplan sus velas. Deben acelerar el crecimiento económico ya que, la edad media de su población tiene 28 años, una edad con plena capacidad de producir. Es hora de grandes apuestas. Su animal simbólico es el tigre; su flor, el loto; su poeta, Tagore y su ave, el pavo real. Es la India que está subiendo al escenario de la historia.

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