La exigencia de una firme respuesta del Estado a la pandemia COVID-19 ha desarmado el ideario liberal en todo el mundo, y devuelve el turno a los que defendemos un nuevo contrato social, un "New Deal" que ayude a recuperar derechos, proteja el planeta, ponga a los especuladores en su sitio y consolide la igualdad. Los defectos del Estado del Bienestar no pueden servir de coartada a sus enemigos una vez venzamos a este enemigo invisible y global. Es el tiempo de la socialdemocracia, de los valores de la solidaridad sobre el individualismo, de la igualdad sobre los privilegios, del reparto equitativo de la riqueza sobre el beneficio incesante.
Los miedos que hoy todos tenemos se disiparán con un Estado que saldrá reforzado de la crisis y con una sociedad más solidaria. El peso de lo público se impondrá sobre los que tradicionalmente han apostado por adelgazarlo al máximo. Las ideas de las privatizaciones y bajadas masiva de impuestos quedarán definitivamente desautorizadas ante la necesidad incuestionable de un sector público potente frente a la extensión del coronavirus.
Hace ya más de ciento cincuenta años que el gallego Manuel Colmeiro definió a la Administración como “una verdadera providencia de los estados, pues debe ser sabia, previsora, paternal y estar siempre despierta y presente en todas partes. Parece un ángel tutelar del hombre, porque cada paso que damos en la sociedad corresponde un acto administrativo que nos ampara o nos reprime; de suerte que en el mayor aislamiento de nuestros vecinos y conciudadanos, cuando viajamos por un despoblado y nos consideramos solos en la tierra o lejos de la protección de toda autoridad, la Administración nos sigue a donde quiera que vayamos y asiste de continuo a nuestro lado”.
Un “New Deal”, en fin, con una renovada Administración pública para progresar en el bienes-tar de los ciudadanos.
