Opinión

LO ÚNICO CLARO ES QUE NADA ESTÁ CLARO

Si algo parece estar más o menos claro es que ni Europa o, para ser más precisos, ni la Unión Europea ni España tienen nada claro. Todo lo que viene ocurriendo es un contradiós, una especie de carrera loca hacia ninguna parte en la que se va improvisando casi todo menos -hasta ahora- el ajuste duro para equilibrar el déficit, pero también a esta receta, que parecía indiscutible, le están saliendo expertos y aficionados que predican justo lo contrario, unos porque lo creen realmente y otros porque les conviene, y cada quien se apunta al árbol que mejor le va. O sea, que concluiría el llorado Paco Umbral.


Así las cosas, nos encontramos con que -en el fondo y aunque no puedan decirlo- al Gobierno de Rajoy le encantaría que las elecciones francesas las perdiera Sarkozy porque las propuestas de Hollande podrían aflojar al menos un punto ese corsé verdaderamente incómodo en el que nos ha metido Bruselas por orden de Merkel, una Merkel, por cierto, que amaga de vez en cuando hacia una mayor flexibilidad para luego arrepentirse. Pero la duda, si al final ganan los socialistas, es doble: ¿se va a desmarcar Francia de la política común europea y meterse en un charco ella sola? Y segundo: ¿podría España seguir ese camino -con algunos países más, como Italia o Portugal-, sin arriesgar en exceso el futuro? Todo se verá y lo primero de todo es saber si pierde Sarko, que yo tengo mis dudas con los franceses. Para eso está ese invento magnífico de la segunda vuelta que evita situaciones tan forzadas -y la mayoría de las veces con tan pésimos resultados- como el tripartito catalán, lo que ahora pasa en Andalucía o aquel disparate del pentagobierno balear.


¿Y qué pasa en Andalucía? Pues otra cosa rara: lo mismo que en Extremadura pero justo al contrario y más complicado porque antes o después, Griñán tendrá que declarar al menos por no pocas presuntas corrupciones que IU aireó tanto como Arenas durante la campaña y Sánchez Gordillo no es el famoso y manido 'verso suelto' sino que representa el sentir de una buena parte de la izquierda-izquierda andaluza. Y Griñán, con el apoyo de Rubalcaba, reinventando el Plan E de infausto recuerdo. Y Griñán prometiendo un Gobierno alegre para todos y para todas con más del 30% de andaluces y andaluzas en paro. Y Griñán queriendo hacer una política alternativa a la nacional -no piensa cumplir la reforma laboral- sin un euro en la caja y con una deuda que me temo no vamos a saber en mucho tiempo a cuánto ascienden realmente. Y Griñán defiende la legalidad de los ERE. ¿Qué hará IU cuando todo esto vaya saliendo a la luz?


El único punto de sensatez es la remota posibilidad de que PSOE y PP lleguen a un acuerdo en la revisión de las autonomías. Nadie pretende suprimir nuestra forma de estado que la propia Constitución recoge. Pero lo que venimos pidiendo muchos y ya es un clamor, es revisar dos aspectos fundamentales: en qué nos hemos equivocado todos desde el principio y tratar de corregirlo y hasta qué punto en una situación de crisis como la actual podemos permitirnos ciertos desvaríos. Que la Comunidad Valenciana pague su deuda más cara que Grecia, al 7%, es algo que deberíamos pensar todos y muy especialmente el nuevo Gobierno que decida el alegre señor Griñán.


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