Opinión

Bodas de oro

Los de ‘Repor’ infunden nervio y energía a todo lo que hacen. Una semana se subieron a un nuevo Titanic, y mostraron las tripas de los cruceros de lujo. Resultaba emocionante ver a un pasaje, casi siempre humilde, sentirse como unas hormigas en un decorado gigante. Y muy especialmente enternecedor ver a un matrimonio al que sus hijos habían regalado, con motivo de las bodas de oro, este viaje.


En plena cena de gala, la señora, en un acento muy del sur, confesaba que lo único malo de esa experiencia era que casi todo el mundo hablaba en otras len guas. Por eso en cuanto escucho a alguien que se expresaba en castellano lo amarró. Tomando el postre, con una tarta que adivinábamos podría ser de queso con arándanos, la buena mujer expresaba toda una declaración de principios, cuando afirmaba: ‘A ver si lo pasamos bien, y tenemos cosas buenas que contar a nuestros hijos a la vuelta’. Para concluir con un rotundo: ‘Lo importante es tener buena salud. Mientras tengamos salud, todo lo demás es secundario’. Entre tanta edición y tanto afán por saltar de una cosa a otra, entre tantas risas, tantas idas y venidas, tantos rostros, arriba y abajo, en la zona de los pasajeros y en la de los empleados, los comedores y las zonas de ocio, entre tantas historias trepidantes llamaba la atención el poso de las palabras pronunciadas por esta buena mujer, que jamás había volado, que jamás había navegado, y cuya vida debía esconder, quién lo duda, momentos muy duros.


Aunque estuviese en el océano, aunque se encontrase en un no lugar, ella no perdía el norte, sabía pisar tierra, y nos recordaba, como quien no quiere la cosa, cómo los sueños, sueños son, mientras la felicidad se haya en lo cotidiano.



Te puede interesar