Opinión

¿Nos movemos o nos paralizamos?

Hay una película, cuyo título no recuerdo, de la que conservo una escena grabada a fuego porque creo que, de alguna manera, me lastimó. Una madre de mayo argentina conversa con su mejor amiga, una actriz obligada a exiliarse por el golpe de estado, después de recuperada la democracia. El diálogo entre ambas viene a ser algo así: "La madre se sorprende porque su amiga no exija justicia y saber la verdad. Y ella le contesta: "Tengo tanto miedo de que  si, por  moverlo todo, vuelve a ocurrir". Y la madre responde: "Y yo estoy aterrorizada de que si, por dejarlo estar, vuelve a ocurrir". Y entendí tan bien a ambas que, aún ahora después de años, sigo sin saber de qué lado estoy y cuáles son mis monstruos. Es cierto que  las ideas se me empezaron a confundir con el paso del tiempo y con las piedras que la vida me fue obligando a llevar en mi mochila. Antes, con el miedo bastante alejado creía con convencimiento que nada terrible podía pasar si uno simplemente peleaba por la cosas en las que creía, por las que, de una u otra manera, sentía pasión. Ahora ya no estoy segura, y me descubro amedentrada muchos días, temiendo que si agitamos algunas cosas, todo lo malo pueda volver, incluso lo que nunca conocimos. Creo que vamos a un abismo, y peor aún, creo que demasiados personajes peligrosos despiertan de un letargo que, en algún momento, confundimos con desaparición. Cada día se puede comprobar cómo desde algún rincón resurgen amenazas, ataques y  podas a lo que creíamos ya era nuestro para siempre. En los países árabes creyeron alcanzar un mundo más justo, y ahora, con incontables muertos, ya no se sabe dónde está lo justo. En Ucrania aún sienten la amenaza de un final incierto. En las vallas de Melilla, en los callejones de cualquier ciudad, en las guerras que ya hemos olvidado pero que matan,en los arsenales de locos fanáticos, ¿puede estallar una llama? ¿Qué pasa si nos quedamos quietos, sin respirar? Pasará el huracán dejándonos olvidados? Probablemente no. Simplemente perderemos el alma y entonces, tal vez, podremos caminar de puntillas, sin hacer ruido, pero nos sentiremos derrotados. Sé dónde quiero estar, pero temo perder las fuerzas para llegar. Eso es lo que pasa con los miedos. Habrá que vacunarse.

Te puede interesar