Opinión

SUPERVIVENCIA

El ser humano piensa que es 'el mejor de los querubes, que nací como la aurora que oro esparce y perlas llora', que decía Valdivielso por boca de uno de los personajes de 'El hospital de los locos'. Sin embargo, el ser humano es enormemente frágil y vulnerable desde que nace hasta su fin. Cualquier ser de otra especie nada más ver la luz se pone de pie y sabe buscar el alimento. El ser humano nace desvalido y si no se le proporcionan los cuidados necesarios, muere. Pero sobre todo, sobre todas las cosas, para vivir, el bebé necesita el amor materno, las caricias, el calor, el latido y los besos de su madre. Por eso, entre los niños abandonados, por muchos desvelos que reciban de especialistas y cuidadores, hay un mayor porcentaje de mortalidad infantil. El hombre es inteligente, emprendedor, imaginativo y aventurero. Su cerebro tiene regiones que no aparecen en otros animales según decía Einstein. Tal vez por eso es grande, heroico y fuerte moralmente, pero su naturaleza no lo es.


Hay estudios científicos que así lo atestiguan. Los expertos opinan que en el caso de un holocausto nuclear, la humanidad desaparecería, pero las cucarachas comunes sobrevivirían. Por supuesto desaparecerían aquellas que estuvieran en el radio de acción de la explosión, pero las que quedaran fuera de la gran hecatombe, y esto es de lo que se trata principalmente, sobrevivirían a la lluvia radioactiva, algo imposible para el ser humano. Estos insectos, de los que se conocen más de 4.500 especies, pueden soportar hasta 6.400 rads, medida estándar de la radiación ionizante. Sí, ya sé que son palabras mayores sólo para duchos en la materia, pero lo que sí se puede entender sin entrar en más disquisiciones, es que el hombre ya dejaría de existir si recibiera una cifra o cantidad mucho más pequeña, como son 500 rads. Según los entendidos, el quid de la cuestión que atañe a las cucarachas, es que a diferencia del hombre ellas mudan con harta frecuencia en su periodo larvario y sus células se subdividen repetidamente.


Otra especie que sobreviviría al holocausto sería la de las ratas. Y si por consecuencias de la radiación su cerebro pasase a pesar mucho más de lo que pesa hoy, pasarían a dominar la tierra, en frase otra vez de Einstein. O sea, que los terrícolas pensantes harán bien en no apretar botones. Las manos, en los bolsillos.

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