Opinión

Me quedo con Ayuso

Lo que decidan las urnas mañana en la Comunidad de Madrid va a marcar la política nacional en los próximos meses y seguramente años. Simplemente, porque las de mañana son mucho más que unas elecciones autonómicas, es la proyección política de futuro a corto y medio plazo de todo un país. De entrada, la polarización de las mismas va a marcar una tendencia de bloques. Bien sea de izquierdas, bien sea de derechas, sin más maquillajes ni caretas superpuestas. El discurso de la centralidad ya es imaginario y utópico. Hay dos alternativas, dos tendencias nítidas y equidistantes, quizás dos trincheras de pésimo recuerdo.

Una campaña electoral en la cual algunos rasputines y gurús -con cargos de asesores y mando en plaza- han querido embarrar al máximo el terreno de juego al ver que el partido se le escapaba de las manos. Tanto lo han querido manipular y tergiversar que se han llevado por delante la credibilidad de instituciones, a la vez que amplificaban, sin ningún tipo de reparo, su estrategia de trasladar miedos y crispación a la sociedad. Incluso han traspasado todas las líneas democráticas al intentar judicializar el libre derecho a la información, arremetiendo contra medios de comunicación y periodistas varios. Ha sido una campaña, por parte de algunas formaciones políticas, sucia, muy sucia. Pero me quedo con lo positivo, me quedo con la ilusión que está generando el liderazgo de una joven y valiente mujer sin complejos, sin estridencias, con discurso propio y no impuesto, con las ideas nítidas, con su frescura y arrojo. Me quedo con Ayuso, sin paliativos.

Pero las elecciones de la Comunidad de Madrid también van ser el principio del final de dos formaciones que estaban llamadas a romper el bipartidismo y que, por diferentes motivos y causas, no han cuajado. Me estoy refiriendo a Ciudadanos y Unidas Podemos. Primero cayó del escenario Albert, y ahora le toca el turno a Pablo. Aunque hay que decir que el primero se fue de una manera que le honra, y el otro se va ir por la puerta de atrás y de esa manera... en fin.

Al final -como decía Ayuso-, España le va deber una. Y Pablo Casado otra, porque estaba contra las cuerdas y más que cuestionado dentro de su propio partido y el "fenómeno Ayuso" le va suponer un balón de oxígeno, eso sí, ya veremos cuánto le dura. Porque ya casi nadie cuestiona que la próxima presidenta del PP de Madrid va ser ella, y a medio plazo también lo puede ser del PP nacional, apoyos no le van faltar, desde dentro y desde los llamados poderes fácticos, pero ese episodio aún no toca hoy.

¿Y qué puedo decir del PSOE de Pedro? Pues queda muy tocado, casi hundido con el resultado que se predice. Y que ya debería ir pensando en convocar elecciones generales para este otoño, porque su "macro gobierno" ya no da para más. Y un aparte con la supuesta pretensión de Sánchez de intentar hacer otro Plan E (a imagen y semejanza de aquel de Zapatero, de tan penoso recuerdo), a cuenta del Plan de Recuperación presentado a Bruselas. El cual está articulado en cuatro ejes y compuesto de 212 medidas, de las que 110 son inversiones y 102 son reformas para canalizar los fondos de reconstrucción. Pues bien, si comete el craso error de despilfarrar los fondos de la UE sin someterlos a una rigurosa y auditada gestión y equitativo reparto a las comunidades, el daño a nuestro economía y mercado laboral será brutal. Espero que tome buena nota de Portugal e Italia y acometa una profunda reforma fiscal, simplificando el sistema tributario y reduciendo la carga fiscal gradualmente a actividades económicas y familias. Y simplificando también todos los procesos burocráticos de unas administraciones obsoletas, eliminando de una vez por todas las injustificables duplicidades. Eso espero.

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