Opinión

El bueno es mi hermano

Que es el dueño del acordeón y menuda bronca me va a montar por haberlo cogido sin su consentimiento". Era la explicación a las reprimendas que recibía por su torpeza como solista un joven que intentaba conseguir algún donativo moviéndose entre las mesas de una terraza de la coruñesa plaza de María Pita. De ser cierta la excusa  y viendo su falta de afinación se debe entender la capacidad instrumental no es algo consanguíneo, ni cualquier otra como pudo observarse el pasado domingo en el Pazo. Muy alejado de lo que fue Alfred Julbe, como técnico del Joventut, está Agustín Julbe, responsable técnico del Prat, filial del conjunto badalonés y actual colista de la LEB Oro.


Muy poco dice de su técnico un equipo supeditado al libre albedrío de sus individualidades, sin prestar la mínima atención a la defensa y donde su actitud personal con el joven base Agustín Sans, con empujón incluido cuando se dirigía hacia el banquillo, dejan un tanto que desear. Luego le faltó modestia par disculparse pese a indicárselo algún aficionado de la grada. No fue el mejor ejemplo sin lugar a dudas. Lo cierto es que el desencanto de los jóvenes jugadores badaloneses no parecía ser solo cuestión del resultado.
Y de esto se aprovechó un COB que sigue moviéndose entre dos aguas.

Por momentos parece luchar contra la imaginación de sus seguidores y en otros de satisfacer las expectativas más exigentes. Lo que le convierte en un equipo imprevisible.  Competente desde la autogestión bajo la orientación de Rivero, la competencia de Salva Arco, Brothers, la prolongación de Rejón y la espectacularidad del autárquico Fieler como columna vertebral. Aunque todos suman.
A favor, un calendario más benévolo que el de Breogán o Valladolid sus rivales directos en la lucha tener ventaja en el play off. 

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