Opinión

Alzamiento o Adelantamiento

Para todos, el 18 de julio de 1936 es una fecha dolorosa e inolvidable. Unos señalan que aquel día comenzó una Cruzada, otros aseguran que se consumó un golpe revolucionario contra la legalidad establecida. De revolución a revolución, como en el juego de la Oca. La primera dio inicio a la Segunda República el 14 de abril de 1931, y como revolución la define Manuel Azaña el 28 de abril de 1931 en la primera disposición que inició la transformación del Ejercito español. La del 18 de julio, y tras tres años de cruenta guerra y varios de difícil posguerra, se transformó en paz en la Constitución del 78. La violencia la inició el bando que a los 26 días de comenzar el periodo republicano se dedicó a quemar iglesias en España. Desde ese mismo instante media España dejó de apoyar a la institución más moderna y civilizada de gobierno, y que tristemente en las dos ocasiones en que se organizó en nuestra patria fracasó lamentablemente. Más tarde, en 1934, la violencia volvió de la mano de un bando a derramar sangre española, ocurrió en Asturias. Desgraciadamente y tras acciones violentas de una y otra parte de españoles, se adelantó el 18 de julio al supuesto proyecto de llevar a España a otro desastre y tratar de convertirla en un estado comunista.


Durante esos años murieron muchos españoles decentes de uno y otro bando. Los que ganaron tuvieron su premio; los que perdieron merecen el reconocimiento generoso de su esfuerzo y rehabilitar su memoria. Lo malo es que algunos intentan transformar el resultado y, en lugar de abrazarnos todos en un empate generoso ¡qué otra cosa es la Cons titución actual!, quieren volver a enfrentar a los españoles.


Ayer leí una historia trágica ocurrida en Extremadura en agosto del 36. Yo les cuento otra ocurrida en Madrid en fechas de la guerra: ‘Volvía León Felipe de una de sus conferencias anarquizantes, ya entrada la noche, cuando nos encontramos. El poeta llevaba una capa española que iba muy bien con su barba nazarena. Al salir del café rozó, con los elegantes pliegos de su atuendo romántico, a uno de sus correligionarios de la FAI. Fuimos detenidos por aquel ‘héroe’ de la retaguardia. Querían examinar nuestros papeles y, tras darles un vistazo, se llevaron al poeta leonés entre dos hombres armados. Mientras lo conducían hacia el fusiladero próximo a mi casa, cuyos estampidos nocturnos no me dejaban dormir, vi pasar a dos milicianos armados. Les expliqué quien era León Felipe y pude obtener la liberación de mi amigo. Esta atmósfera de turbación ideológica y de destrucción gratuita me dio mucho que pensar. Supe las hazañas de un anarquista, viejo y miope, de largas melenas rubias, que se había especializado en ‘dar paseos’. Había formado una brigada que bautizó ‘Amanecer’, porque actuaba a la salida del sol. ‘¿No ha sentido usted alguna vez dolor de cabeza?’, le preguntaba a la víctima. ‘¡Sí, claro, alguna vez!’. ‘Pues yo le voy a dar un buen analgésico’, le decía el anarquista, encañonándole la frente con su revólver y disparándole un balazo’.


Quien esto narra no es un escritor o periodista de derechas, es un Nobel comunista llamado Pablo Neruda, en su obra ‘Confieso que he vivido’, en la página 192. ¿Sacamos la mierda de la tragedia? ¿Reivindicamos las víctimas de ambos bandos? ¡Paz y honor a los muertos! No volvamos a las andadas.


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