Opinión

Cosas de la vida

El martes pasado se presentía como ‘día histórico’ para la tranquilidad del PP en tiempos borrascosos. La expectación, similar a la de una final de Copa de Europa entre el Barcelona y el Real Madrid. El resultado, poco positivo. Rajoy empató con él. En su discurso se le escapó algo triste, algo que ponía en entredicho la democracia interna del PP. Que todos sepamos, las listas electorales en los partidos se comienzan a preparar desde abajo. Los órganos provinciales hacen sus propuestas, los autonómicos las retocan y al final es en la central en donde se toman las decisiones definitivas con el reparto de los tristemente ‘cuneros’, la caída de los incómodos y algún añadido más. Me pareció desacertado de todo punto la mención recordatoria de qué sólo él, el omnipotente don Mariano, es quien hace y deshace en las listas. Me resultó un aviso a los navegantes poco elegante, más propio de Marianillo el Corto que de Mariano Rajoy. Más le valiera preocuparse de que, quien fuera suspendido de militancia del partido temporalmente, Manuel Cobo, siga siendo por imperativo genital de su protector, no sólo vicealcalde, cosa y término discutible, sino también por tavoz municipal del grupo del PP, partido que le ha suspendido temporalmente de militancia. Suena a chapuza, don Mariano, y a que a Gallardón le importa usted ‘una asonancia’.

Chapuza, y gorda, ha sido traerse al piratilla; sólo faltó aquello de: con un viento de levante, ¿se acuerdan ustedes de Perejil? En un Estado de Derecho se puede mandar como listos, como tontos o como Zapatero. No pensar que enviar al capturado hasta España, en lugar de tenerlo retenido en una de las embarcaciones que allí tenemos, es, no sé si menos democrático, pero desde luego mucho más estúpido. La misma habilidad que nuestro Gobierno tiene para atajar la crisis económica la viene manifestando en las lamentables peripecias del Índico. La primera vez pagó sin rechistar, y aunque España quedó a la altura del betún por lo menos no corrió sangre; ahora se lo han puesto más difícil y me temo lo peor. Por cierto que Chacón no se ha dignado llamar por teléfono a ninguno de los familiares de la tripulación del atunero español con base en Bermeo.

¡Ah! Para hablar de Aguirre, y como en ‘La venganza de Don Mendo’, hacen falta más tacones, en mi caso más espacio.



Te puede interesar