Opinión

De nuevo nuestra Plaza Mayor

La siguiente casa, la más bonita y lujosa, es la de Cisneros. En el bajo tenían el comercio, al que íbamos allá por los años 1944/45 a llevar la “pelota de goma” cuando se nos quedaba sin aire y no botaba, para que nos la hinchara el señor Fermín. Es el que nos atendía, ya que tenían un bombín con una aguja para darle aire y nos cobraba “un can” (diez céntimos) y no siempre, unas veces sí y otras no, nos despachaba dándole un bote a la pelota recién hinchada, que lanzaba al medio de la plaza, a donde íbamos a recogerla. Nosotros decíamos que era una casa muy importante y de una familia muy católica, pues tenía en el primer piso su capilla. Delante de esta casa es en donde se produjo el acontecimiento del Viernes Santo del año 1891, que citaré más adelante.

“Terra Gallega”, la tienda de zapatillas, creo que venían de toda Galicia a comprarlas; su propietario, el señor Pereira, gallego de pura cepa, ponía nervioso a su hijo Isaac, pues cuando le llamaban por teléfono los fabricantes de Alicante, él siempre les hablaba en gallego: “Pero papá, que no te entienden”, “si non entenden que aprendan”. Él hacía así sus compras de grandes cantidades de zapatillas y claro, como pagaba en efectivo tenía esos privilegios. Un año, sería por 1960, su hijo Antonio me pidió que lo acompañara, iba a buscar a su padre pues tenía por costumbre el día 5 de febrero ir a misa y luego a comer el pulpo en la fiesta de Santa Águeda que se celebraba al pasar Cambeo. “Ojo con el vino”, me advirtió Antonio cuando lo fuimos a recoger. El padre nos aparece con un pequeño garrafón de unos tres litros, era su vino, y el contenido, un “Jumilla de 14% vol.” que él compraba cuando viajaba a la costa mediterránea, o lo hacía traer a los viajantes. Debo citar al abogado Don José Pérez Ávila, propietario del edificio, que residía aquí en las dos plantas, por ser el último presidente de la Cofradía de Santa María Madre. En el soportal estaba el “limpia” Charles, allí le dejaba el hielo, en un saco y cubierto con serrín, para la casa de mi familia el camión de reparto que venía del Puente, ya que en aquellos tiempos no había neveras eléctricas.

En la siguiente estaba el comercio de los Borrajos, padre y tíos de nuestros amigos Claudio (+) y José Luis (+), y en el primer piso estuvo el Conservatorio de Música. Finalizamos el recorrido en “SEFER” confecciones de Severo Fernández, que lo anunciaba dando el domicilio de Barrera, 2 y 4. De esta casa aún conservamos alguna percha de madera. Allí trabajaban nuestras vecinas y amigas de modistas.

El empedrado de la Plaza Mayor creo que se hizo en la época que era alcalde de la ciudad David Ferrer. Recuerdo perfectamente como al ir levantando las viejas piedras y la tierra, para luego asentar la nueva piedra, se descubrió “una canalización en piedra” que atraviesa toda la plaza de arriba abajo, y que una buena parte debió quedar enterrada y seguramente en el Museo Arqueológico conservan algunas piezas. El granito procedía de las canteras de Mugares y la obra la realizó Alea. Es un modelo de asentamiento de piedra. Hoy está perfectamente, como el primer día, no hay esquinas rotas ni piedras movidas ni levantadas, como ocurre con las hechas más recientemente en las calles cercanas. Era labrada por más de una docena de maestros canteros; montaron el “taller” bajo sombrajos, delante del “espolón”. Era una delicia escuchar el sonido de la maza contra el punteiro, amortiguado y cambiando de sonido al dar éste contra la dura piedra. Debo decir que nuestro paisano el coreógrafo Rey de Viana, fundador y director del Ballet Gallego, en una visita que realizó al Ayuntamiento, al escuchar aquellos sonidos volvió al día siguiente y los grabó, luego fueron incorporados a su Ballet, creo que, para una danza bailada con los zuecos. La Plaza Mayor, por estar inclinada y el buen hacer de los que proyectaron su empedrado, no tiene registros-sumideros para recoger las aguas de las lluvias, el agua se desliza plaza abajo hacia la Barrera y Doctor Marañón.

En otros tiempos en la Plaza Mayor se celebraban todos los actos festivos de la capital, y en estas festividades y al paso de las procesiones, todos los balcones se engalanaban con banderas. En la procesión del Corpus de este año solamente había cuatro, hoy somos pocos los vecinos residentes. En la Plaza Mayor hoy no está autorizado estacionar vehículos. Era costumbre que la Banda Municipal de Música diese el concierto del domingo a las doce de la mañana, y si estaba el tiempo de lluvia, se instalaban en el soportal de la consistorial; luego, en los días más fríos de invierno, se trasladaron a los salones del Liceo. Parece que volverán los conciertos a la Plaza Mayor, ya se ha celebrado alguno a las ocho de la tarde de los viernes.

“El Desenclavo”. Cuando se escribe del acto que se celebraba en la tarde del Viernes Santo, del año 1891, en nuestra Plaza Mayor se hace mención a la muerte por un disparo de la “Pobre Asunción”, de la que Lolita, mi vecina de la calle de la Libertad, me cuenta que su madre le decía que Asunción era una chica guapísima; en realidad, la chica más guapa de Orense. Incorporaremos a este relato una nueva referencia, y es el precioso púlpito que aparece en la foto, de madera y portátil, que se guarda en la S.I. Catedral entrando por la puerta Sur, al lado del altar de la Virgen del Carmen. Este púlpito era sacado del templo y llevado, sobre sus propias ruedas, a la Plaza Mayor, y se colocaba en la esquina derecha de los soportales del Ayuntamiento; el canónigo predicador narraba toda la ceremonia del Desenclavo. No sé del paradero de la enorme cruz que, instalada bajo el arco central, se utilizada en este solemne acto, pero sí debemos recordar y aclarar que el Cristo de los brazos articulados que era bajado de la cruz, la corona de espinas y los clavos están depositados en la iglesia de Santa María Madre, y salen en la procesión del Viernes Santo; el Cristo, en una urna de madera de caoba en el paso que se denomina “El Cristo yacente”, la corona y los clavos son portados en una bandeja. El Desenclavo debió dejarse de celebrar, en la Plaza Mayor, por las inclemencias del tiempo; lo que sí recuerdo es asistir a este acto cuando se celebraba en la nave central de la Catedral y cómo los rapaces ayudábamos a retirar los bancos hacia el atrio que da a la fuente nueva y al “patín”, a la calle Juan de Austria. Hace años que ya no se realiza, ni en la Plaza Mayor ni en la Catedral. n

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