Opinión

EL CORRALITO

El corralito chipriota nos ha puesto a todos los pelos como escarpias, y su desenlace es el de la historia de un fracaso. Efectivamente hay muchos reproches que hacer y no solo a la larga tramitación de la ayuda, sino sobre todo a la incomprensible pasividad de las autoridades europeas que han permitido durante demasiado tiempo prácticas muy dudosas que han convertido a Chipre en un refugio de capitales de origen más que turbio. Dicen los expertos que, en este caso, no vale la máxima de 'cuando las barbas del vecino veas pelar', pero se han encendido todas las alarmas al ver como, en un momento durante estos días, se llegó a plantear abiertamente romper las propias reglas europeas que, teóricamente, garantizan la totalidad de los depósitos hasta los 100.000 euros.


El caso de Chipre, esa minúscula isla del Mediterráneo, ha puesto en evidencia que no hay líneas rojas. Que en un momento dado la Comisión Europea haya visto factible la 'mordida legal' a los ahorros de los particulares significa que todo vale y desde luego todo ni debe, ni puede valer. Aún no sabemos qué va a pasar cuando los bancos vuelvan a abrir sus puertas, pero el panorama pinta rematadamente mal. Sea como fuere, hay un hecho cierto y es que todas las bolsas de la Eurozona se hundieron tras escuchar las palabras del ministro holandés de Finanzas y presidente del Eurogrupo que advirtió que el plan de rescate acordado para Chipre representa un ejemplo de cómo resolver los problemas de los bancos en otros países miembros. Es decir, que en caso de problemas de insolvencia de un banco, se exigirá que paguen los accionistas, los tenedores de deuda y por último los depositantes si llega el caso.


Este mensaje -que Angela Merkel pareció avalar- puede ser absolutamente letal para los ahorradores europeos que pensábamos que los depósitos bancarios estaban garantizados, sobre todo los inferiores a 100.000 euros. Si la canciller alemana lo que sugiere es que el dinero no está seguro los bancos europeos que, en teoría, están sometidos a una estricta supervisión muchos inversores colocarán sus ahorros en Estados Unidos o Japón. Y ya es lo que nos faltaba en nuestra maltrecha economía.


Con la forma en que se ha abordado el tema de Chipre, la UE ha dejado claro que es incapaz de cumplir sus propias reglas, y desde luego que los compromisos de sus gobernantes son papel mojado. Aunque ¡claro! en todo esto tiene mucho que ver que haya elecciones en Alemania a la vuelta de la esquina. De hecho, la señora Merkel parece que absolutamente todo lo que hace está influido por ello. Son muchos quienes creen que la crisis de Chipre -por sus pequeñas dimensiones- se podía haber resuelto fácilmente, pero se han juntado el hambre con las ganas de comer: la clamorosa impericia de algunos dirigentes del Eurogrupo y la intransigencia de la canciller de Alemania que de tanto mirar su reelección está agudizando la desconfianza, ya de por sí enorme, en el sistema financiero de la Unión. Yo no tengo ni idea de si, como dicen algunos, este era un secreto a voces: que Chipre era un experimento, la creación de un paradigma. Dicen que en esa isla el Estado se ha quedado sin oxígeno por culpa de su banca, que se arruinó por comprar deuda griega. He leído que la banca chipriota arruinada por el estado griego ha quebrado al Estado chipriota. ¡Que lío!


Sea como fuere, un país que apenas representa el 0,2 por ciento del PIB de la Eurozona nos ha puesto a todos de los nervios. Ahora habrá que esperar a la apertura de los bancos, pero no es de extrañar que las autoridades isleñas teman un asalto los mismos por parte de la ciudadanía para retirar su dinero, tras el corralito de los últimos 10 días. Uno se pone en su piel y haría lo mismo. Cuando las barbas del vecino veas pelar... pon las tuyas a remojar ¡por si acaso!

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